El aparato psíquico: vertiente tópica
Vertiente
tópica
Es aquella perspectiva
que tiende a describir los fenómenos psíquicos y a representarlos desde el
punto de vista espacial.
El espacio a que se
refiere es un espacio virtual, no un espacio real.
Se trata por lo tanto
de un espacio hipotético, que de ningún modo podemos ver como una localización
(por ejemplo anatómica), es este un punto central que no podemos perder de
vista.
Freud mismo compara
este espacio virtual (que corresponde a la función psíquica) con ese otro
espacio en que se produce la imagen en el microscopio que no coincide con
ninguno de los lentes, sino con un espacio intermedio entre los distintos
lentes.
Ahora bien, este
espacio virtual es un espacio potencial, un espacio que no siendo real puede
devenir como tal. Se convierte en real a través de cada una de las acciones
específicas que realizamos en el mundo exterior.
Acciones
específicas
Entendemos por
acciones específicas aquellas que tienden a satisfacer necesidades básicas
vitales. Justamente el punto de partida de todo desarrollo psicológico consiste
en la posibilidad de satisfacer necesidades (impulsos instintivos), y esto
podrá darse justamente a través de las distintas acciones específicas.
Instintos
Los instintos a su vez
suponen un incremento de tensión de necesidad dentro del organismo.
Aparato
psíquico
Tenemos entonces que
estos fenómenos psíquicos están organizados o estructurados en un aparato
psíquico, que será por lo tanto la estructura que media entre los
instintos y la realidad.
Se
distinguen en la obra psicoanalítica dos estructuras u organizaciones, dos
modelos de aparato psíquico, que corresponden a lo que corrientemente
denominamos la primera y la segunda tópica freudiana, es decir dos teorías del
aparato psíquico.
Todo
el desarrollo del aparato psíquico consiste, de modo general en la adquisición
de huellas mnémicas, que se van organizando de manera particular, tal que nos
permitan ir reconociendo y utilizando nuestra experiencia cada vez más
compleja, con la finalidad de poder manejar y dominar el mundo exterior, y así
poder satisfacer distintos niveles de necesidad, primero los más primitivos,
llegando incluso a las necesidades culturales.
Esta
organización del aparato psíquico, despliega en forma especial es lo que se
llama topografía (topos = lugar, grafía = descripción).
Es el
aspecto tópico, topográfico o estructural, si en se tiende a llamar estructural
a la segunda teoría sobre el aparato psíquico, aquella que diferencia yo,
superyó, y ello.
Diríamos que son tan tópicas, sistemáticas y estructurales las
dos, ya que tanto una como la otra tratan de desplegar en el espacio una
estructura, cuyas distintas partes, instancias o sistemas están correlacionados
entre sí de una particular manera.
Vemos
que el aparato psíquico está dividido en distintos sistemas o instancias, y
puesto que se constituye con el objeto de satisfacer necesidades vitales, está
sometido al incremento de tensión instintiva, que Freud describe como la
exigencia de trabajo que se le impone a dicho aparato psíquico. Por lo tanto
esa energía que proviene de la materialidad somática será necesario
transformarla en energía psíquica.
Laplanche y Pontalis definen el aparato psíquico como “un
término que subraya ciertos caracteres que la teoría freudiana atribuya al
psiquismo: su capacidad de transmitir y transformar una energía determinada y
su diferenciación en sistemas o instancias”.
A- Organización psíquica
Para
lograr una mayor claridad creemos necesario hacer un breve desarrollo respecto
de la organización psíquica, a partir de su forma elemental: el deseo, y
referirnos después al punto de vista económico y dinámico, antes de continuar
con la perspectiva tópica enunciando las dos teorías del aparato.
El deseo
El
deseo es la forma elemental a partir de la cual se organiza el aparato
psíquico.
El
pasaje de la necesidad biológica al deseo es lo que da cuenta del salto
cualitativo dentro del desarrollo de la materialidad orgánica, salto
cualitativo que implica un nuevo nivel de organización de la misma: la
organización psicológica. El lactante, apenas nacido, siente sus necesidades
como incrementos de tensión, una tensión inespecífica, es decir cantidades de
excitación que aún no diferencia cualitativamente. Reacciona ante este
incremento de tensión con un llano y pataleo que no constituyen un lenguaje,
sino que son simples tentativas de descarga de dicha tensión. Sin embargo si la
madre lo interpreta como una señal, o forma de lenguaje, por ejemplo que el
niño llora y patalea porque tiene hambre, lo alimenta y éste queda satisfecho.
A partir de esas primeras experiencias de satisfacción se irá configurando en
el niño una estructura asociativa compuesta por los siguientes elementos: La
tensión de la necesidad: por ejemplo el hambre. Cada vez que éste vuelva a
surgir lo hará acompañada automáticamente por: La percepción del objeto de
satisfacción (el pecho) que aparece bajo la forma de alucinación. A la vez,
aquellos movimientos reflejos de descarga que acompañaron el momento de la
satisfacción.
Estructura asociativa
Está formado
básicamente por los tres elementos que constituye el primer deseo, y de modo
general el primer hecho psíquico.
En
otras palabras es lo que Freud denomina búsqueda de la identidad de percepción.
Cada
vez que surja la tensión de necesidad se reactualizará en el bebe una
percepción que, bajo la forma de alucinación será idéntica a la percepción
producida durante la primera satisfacción de la necesidad.
Dicha
percepción (alucinación) otorgará por primera vez cualidad psíquica a aquello
que, como tensión de necesidad no era más que mera cantidad. A partir de
entonces cada nuevo incremento de tensión de necesidad, se dará bajo la forma
de deseo.
Por
supuesto que en tanto alucinación, esta identidad de percepción tranquilizar
tan sólo momentáneamente al niño con la ilusión de estar experimentando la
satisfacción deseada, pero le será insuficiente para calmar ese deseo. Esto
exigirá el logro de la identidad real (no mera alucinación), con el objeto de
satisfacción original, en otras palabras la necesidad organizada ya como
requiere necesariamente una acción específica. Ello implica la modificación de
las circunstancias reales que se oponen al logro de dicha satisfacción.
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