Relaciones entre las instancias y las dos tópicas freudianas
Dice Freud refiriéndose al yo:
“…vemos a este mismo yo como una pobre cosa sometida a tres
servidumbres y que, en consecuencia, sufre las amenazas de tres clases de
peligros: de parte del mundo externo, de la libido del ello, y de la severidad
del superyó. Tres variedades de angustia corresponden a estos tres peligros,
pues la angustia es la expresión de la retirada frente al peligro. Como ser
fronterizo, el yo quiere mediar entre el mundo y el ello, hacer que el ello
obedezca al mundo y a través de sus propias acciones musculares hacer que el mundo
haga justicia a las propias acciones del ello”.
Por lo tanto el yo debe armonizar las exigencias, siempre
contradictorias, de estos tres tiranos. Cuando no puede lograrlo, como dice la
cita que antecede, reacciona mediante la producción de angustia. Está en un
precario equilibrio amenazado por estos tres exigentes amos.
Al establecer un nexo entre los contenidos preconscientes
del ello, a menudo se ve obligado a disfrazarlos, en racionalizaciones
preconscientes. Por otro lado el superyó lo trata severamente, restringiendo su
funcionamiento, asignándole sus propios valores o principios, desentendiéndose
de los conflictos, productos de la oposición de los deseos del ello y del mundo
exterior. Si el yo desobedece al superyó se verá abrumado por un insoportable
sentimiento inconsciente de culpa.
En síntesis, el yo impulsado por el ello, vejado por el
superyó y repelido por la cruda realidad, debe tratar de lograr un equilibrio
entre estas diversas compulsiones.
Entendemos de algún modo la posición del superyó ya que
tiende sus raíces en el ello, como heredero del Complejo de Edipo, mantiene
estrechos lazos con éste, y está más alejado que el yo del sistema de las
percepciones. De este modo, los conflictos desarrollados entre el yo y las
cargas libidinales del ello, se continúan por así decirlo a través del superyó
como heredero de éste.
A su vez el ello, está vinculado con el mundo externo sólo
por intermedio del yo.
Respecto a las relaciones entre las dos tópicas, el ello
abarca todo lo que antes formaba parte del sistema inconsciente pero no alcanza
para dar cuenta de todos los procesos inconscientes, dado que existen procesos
del yo que funcionan de acuerdo a sus características.
A través de esta segunda tópica, y de la creación del yo
como instancia, podemos tener una mayor comprensión del conflicto psíquico.
El yo por lo tanto aparece como una instancia que puede
desdoblarse o escindirse funcionando de acuerdo a características opuestas.
La división entre las partes del conflicto en la segunda
tópica no aparece tan radical, Freud concibe el desarrollo de las instancias en
forma progresiva y articulada.
En el yo y el superyó se agrupan procesos y funciones que
en la primera tópica se distribuyen en diferentes sistemas, lo que no quiere
decir que se invalidad las delimitaciones que ya existían.
Ambas tópicas serán útiles en relación con el contexto
teórico que nos refieren, y a su vez como elemento de comprensión de cualquier
fenómeno psicopatológico.
Es importante remarcar que junto al punto de vista tópico o
estructural, el punto de vista dinámico y el económico constituyen tres
vertientes o perspectivas que no se excluyen, sino que están integrados y
contenidos necesariamente uno en el otro, si bien en cualquier fenómeno pudiera
preponderar cualquiera de los tres.
Serían tres niveles de organización de nuestro aparato
psíquico en donde el momento dinámico supera pero a la vez contiene el momento
económico, y el sistema o tópica supera pero a la vez contiene a los otros dos.
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