viernes, 13 de noviembre de 2015

Tópicas freudianas




Relaciones entre las instancias y las dos tópicas freudianas

Dice Freud refiriéndose al yo:

“…vemos a este mismo yo como una pobre cosa sometida a tres servidumbres y que, en consecuencia, sufre las amenazas de tres clases de peligros: de parte del mundo externo, de la libido del ello, y de la severidad del superyó. Tres variedades de angustia corresponden a estos tres peligros, pues la angustia es la expresión de la retirada frente al peligro. Como ser fronterizo, el yo quiere mediar entre el mundo y el ello, hacer que el ello obedezca al mundo y a través de sus propias acciones musculares hacer que el mundo haga justicia a las propias acciones del ello”.

Por lo tanto el yo debe armonizar las exigencias, siempre contradictorias, de estos tres tiranos. Cuando no puede lograrlo, como dice la cita que antecede, reacciona mediante la producción de angustia. Está en un precario equilibrio amenazado por estos tres exigentes amos.

Al establecer un nexo entre los contenidos preconscientes del ello, a menudo se ve obligado a disfrazarlos, en racionalizaciones preconscientes. Por otro lado el superyó lo trata severamente, restringiendo su funcionamiento, asignándole sus propios valores o principios, desentendiéndose de los conflictos, productos de la oposición de los deseos del ello y del mundo exterior. Si el yo desobedece al superyó se verá abrumado por un insoportable sentimiento inconsciente de culpa.

En síntesis, el yo impulsado por el ello, vejado por el superyó y repelido por la cruda realidad, debe tratar de lograr un equilibrio entre estas diversas compulsiones.
Entendemos de algún modo la posición del superyó ya que tiende sus raíces en el ello, como heredero del Complejo de Edipo, mantiene estrechos lazos con éste, y está más alejado que el yo del sistema de las percepciones. De este modo, los conflictos desarrollados entre el yo y las cargas libidinales del ello, se continúan por así decirlo a través del superyó como heredero de éste.

A su vez el ello, está vinculado con el mundo externo sólo por intermedio del yo.
Respecto a las relaciones entre las dos tópicas, el ello abarca todo lo que antes formaba parte del sistema inconsciente pero no alcanza para dar cuenta de todos los procesos inconscientes, dado que existen procesos del yo que funcionan de acuerdo a sus características.

A través de esta segunda tópica, y de la creación del yo como instancia, podemos tener una mayor comprensión del conflicto psíquico.

El yo por lo tanto aparece como una instancia que puede desdoblarse o escindirse funcionando de acuerdo a características opuestas.

La división entre las partes del conflicto en la segunda tópica no aparece tan radical, Freud concibe el desarrollo de las instancias en forma progresiva y articulada.

En el yo y el superyó se agrupan procesos y funciones que en la primera tópica se distribuyen en diferentes sistemas, lo que no quiere decir que se invalidad las delimitaciones que ya existían.

Ambas tópicas serán útiles en relación con el contexto teórico que nos refieren, y a su vez como elemento de comprensión de cualquier fenómeno psicopatológico.

Es importante remarcar que junto al punto de vista tópico o estructural, el punto de vista dinámico y el económico constituyen tres vertientes o perspectivas que no se excluyen, sino que están integrados y contenidos necesariamente uno en el otro, si bien en cualquier fenómeno pudiera preponderar cualquiera de los tres.


Serían tres niveles de organización de nuestro aparato psíquico en donde el momento dinámico supera pero a la vez contiene el momento económico, y el sistema o tópica supera pero a la vez contiene a los otros dos.

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