miércoles, 8 de abril de 2015

Hartmann

Historia de la Psicología


Eduard Von Hartmann


Image result for eduard von hartmann imagenesBreve Biografía
Filosofo alemán nació en Berlín en 1842 y fallecido en 1906. 
Fue oficial del ejército prusiano, del cual se retiró en 1865 por razones de salud, y a partir de ese momento se consagró a la filosofía. Basándose en las ciencias biológicas, desarrolló una metafísica inductiva, siendo su concepción una especie de síntesis del pensamiento de Hegel y de Schopenhauer. 
El último fondo del universo, el ser fundamental, es lo inconsciente, voluntad ciega pero que encierra en potencia el espíritu, que en su desarrollo es capaz de superar el dolor y salvarse. 
Fue un iniciador del neovitalismo y ejerció en su época gran influencia.


Obras
Sus obras principales fueron:
-      Filosofía de lo Inconsciente
-      Fenomenología de la conciencia moral
-      La religión del espíritu
-      Estética
-      Teoría de las categorías
-      Historia de la Metafísica
-      El problema de la vida
-      Sistema de Filosofía en compendio

Su pensamiento
En oposición a la metafísica racionalista y optimista de Lotze, se caracteriza por sus tendencias irracionalistas y su actitud pesimista frente a los problemas fundamentales del mundo y de la vida. Dichos rasgos básicos de su pensamiento se pusieron de relieve ya, en su primera obra: “Filosofía de lo inconsciente”, publicada cuando tenía 25 años de edad. Las ideas que esboza en esta obra, las fue desarrollando a lo largo de su vida, en forma sistemática y con mayor rigor científico.
El plan que se había impuesto era, nada menos, que la realización de una gran síntesis de todas las tendencias filosóficas y científicas de su época; de las ciencias positivas y del misticismo, del racionalismo y del irracionalismo, de las filosofías de Hegel y de Schopenhauer, del pensamiento y del optimismo progresista.
Según su pensar, la filosofía debía obtener sus resultados especulativos en base a una metodología inductiva, prestada de las ciencias físico-naturales. De ahí  su postulado de que la filosofía debe partir de la experiencia inmediata, después de que ésta haya sido aclarada científicamente. Su actitud gnoseológica, llamada por el mismo Hartman “realismo trascendental”, rechazó tanto el punto de vista del idealismo subjetivo, como el del realismo positivista. Admitiendo por un lado, la existencia de “cosas en sí” independientes de todo acto cognoscitivo, pero, por otra parte, insiste en el carácter fenoménico del mundo sensorial, cuya fundamentación es función de la conciencia.
Hartman distingue desde este punto de vista tres esferas que son dadas por la conciencia subjetiva, por el mundo objetivo de los fenómenos, y por la esfera metafísica de las “cosas en sí”.
En estas condiciones resulta indispensable abandonar el prejuicio que admite como reales solamente aquellos entes que aparecen en nuestra conciencia, considerando necesario reconocer en ella la existencia de fuerzas ocultas que son responsables por su contenido manifiesto.
Es debido a dicha necesidad que la física se ve obligada a admitir la existencia de fuerzas invisibles, que actúan sobre la materia y que la biología recurre al vitalismo para poder explicar el enigma de la vida.
Detrás de cada grupo de fenómenos hay una cierta clase de actividad invisible que los condiciona y produce. Dicha actividad es necesariamente inmaterial y racional, y se encuentra sometida a leyes, que constituyen a su vez las manifestaciones inconscientes de alguna idea. En lo inconsciente se funden “La idea lógica” de Hegel y la “voluntad ciega” de Schopenhauer.
Es el verdadero motor del mundo, que es fundamentalmente responsable de toda la desgracia que significa la vida.
Hartmann considera un hecho evidente que los sufrimientos son siempre superiores a los placeres, aunque la humanidad no reconoce que esto es así, sino lentamente, en la medida en que sus ilusiones se van desvaneciendo. Librarse de todos los sufrimientos es la única finalidad de la vida, pero ésta no la puede alcanzar el individuo, como lo había pensado Schopenhauer, sino que la misma constituye necesariamente un proceso cósmico. El rol que le cabe al individuo no consiste en el renunciamiento y en la negación, sino, por el contrario, en la aceptación de la vida y en un esfuerzo por acelerar el proceso cósmico.

El pesimismo teórico de Hartmann da lugar así a un optimismo práctico, quedando reducida a la desesperación inicial a poco más que un sentimiento accesorio, que apenas influye en la concepción de la vida y de la cultura, sostenida por Hartmann en sus últimas obras.






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