Fin
El fin o meta pulsional es la
actividad hacia la que empuja la pulsión y que conduce a una resolución de la
tensión interna; esta actividad está sostenida y orientada por fantasías (Laplanche,
159).
El fin de un instinto es su
satisfacción, y para ser más precisos, el acto estrictamente específico de
descarga que elimina el estado físico de excitación y origina, con ello, la
satisfacción (Fenichel, 74).
Vemos así la relación entre
fuente y fin: la excitación de la zona erógena (fuente) genera una tensión que
debe ser descargada (fin).
La emoción que acompaña a la
descarga de la pulsión se llama satisfacción (Rycroft,
104).
Asimismo, se llama motivo a
aquello que impulsa a una persona hacia un fin o una meta (Rycroft,
78).
Esta definición, muy general,
puede referirse a factores externos (incentivos) o internos (pulsionales). En
el contexto de la teoría de las pulsiones sólo nos interesan estos últimos.
Si el fin de una pulsión de
autoconservación es un acción específica que elimina un estado
de tensión producido por una necesidad, localizable en una zona del cuerpo (por
ejemplo boca) y que exige una realización efectiva (por ej. comer), el fin de
la pulsión sexual es más difícil de determinar, ya que halla su satisfacción en
una función vital que le sirvió de soporte pero profundamente pervertida
(separada del fin original) en relación a aquella función vital. En este
desplazamiento se inserta una actividad fantaseadora que puede incluir
elementos a menudo alejados del prototipo corporal (Laplanche, 161).
Según su fin, las
pulsiones pueden ser:
la pulsión de ver, la pulsión de
apoderamiento, etc. (Laplanche, 331), donde los fines son mirar y
apoderarse.
La denominación del tipo ‘pulsión
de ver’ apunta al fin, y la denominación del tipo ‘pulsión oral’ apunta a la
fuente, pero obviamente estas últimas tienen también su fin, por ejemplo
succionar (Laplanche 159-160), así como la pulsión de ver tiene
también su fuente (el ojo como zona erógena).
Ejemplos más
fundamentales de fines pulsionales son los pares antitéticos actividad-pasividad,
como por ejemplo mirar-ser mirado (para la pulsión escoptofílica o pulsión de
ver).
Actividad - Pasividad
Uno de los pares
antitéticos fundamentales de la vida psíquica. Especifica determinados tipos de
fines pulsionales. Desde un punto de vista genético, la oposición activo-pasivo
figuraría en primer lugar con respecto a oposiciones ulteriores en las cuales
viene a integrarse aquélla: fálico-castrado, masculino-femenino (Laplanche,
8).
Par antitético: Término
frecuentemente utilizado por Freud para designar algunas grandes
oposiciones básicas, ora al nivel de las manifestaciones psicológicas o
psicopatológicas (por ejemplo: sadismo-masoquismo, voyeurismo-exhibicionismo),
ora al nivel metapsicológico (por ejemplo pulsiones de vida-pulsiones de
muerte) (Laplanche, 268).
Hasta aquí vimos que toda pulsión
tiene un fin. Pero este fin no es inexorable. Las pulsiones pueden cambiar de
fin, y damos aquí tres ejemplos típicos: la transformación en lo contrario, la
pulsión coartada o inhibida en su fin, y la sublimación.
Transformación en lo contrario: Proceso
en virtud del cual el fin de una pulsión se transforma en su contrario, al
pasar de la actividad a la pasividad (Laplanche, 446). Es la conversión
directa del amor en odio, y un ejemplo es la actitud con el objeto abandonante
en la melancolía (Bodni, 118).
Por ejemplo pasar del sadismo
(pegar) al masoquismo (ser pegado), o del voyeurismo (mirar) al exhibicionismo
(ser mirado). La transformación en lo contrario es por lo general pasar de la
actividad a la pasividad, pero no siempre es así (Rycroft, 116).
Coartado o inhibición en su fin: Califica
una pulsión que, por efecto de obstáculos externos o internos, no alcanza su
modo directo de satisfacción (o fin) y encuentra una satisfacción atenuada en
actividades o relaciones que pueden considerarse como aproximaciones más o
menos lejanas del primer fin (Laplanche, 54).
Bodni da un
ejemplo: cuando el niño aprendió que el (otro) no es un carretel sino otro niño
que va a contestar su violencia, puede defenderse de ello mediante la
inhibición de la agresión (Bodni, 118). Sin embargo, los principales
ejemplos de Freud tienen que ver con la inhibición de
las pulsiones sexuales (véase más abajo).
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