martes, 19 de enero de 2016

Pulsiones: Fin



Fin

El fin o meta pulsional es la actividad hacia la que empuja la pulsión y que conduce a una resolución de la tensión interna; esta actividad está sostenida y orientada por fantasías (Laplanche, 159). 

El fin de un instinto es su satisfacción, y para ser más precisos, el acto estrictamente específico de descarga que elimina el estado físico de excitación y origina, con ello, la satisfacción (Fenichel, 74).

Vemos así la relación entre fuente y fin: la excitación de la zona erógena (fuente) genera una tensión que debe ser descargada (fin).

La emoción que acompaña a la descarga de la pulsión se llama satisfacción (Rycroft, 104).

Asimismo, se llama motivo a aquello que impulsa a una persona hacia un fin o una meta (Rycroft, 78). 
Esta definición, muy general, puede referirse a factores externos (incentivos) o internos (pulsionales). En el contexto de la teoría de las pulsiones sólo nos interesan estos últimos.

Si el fin de una pulsión de autoconservación es un acción específica que elimina un estado de tensión producido por una necesidad, localizable en una zona del cuerpo (por ejemplo boca) y que exige una realización efectiva (por ej. comer), el fin de la pulsión sexual es más difícil de determinar, ya que halla su satisfacción en una función vital que le sirvió de soporte pero profundamente pervertida (separada del fin original) en relación a aquella función vital. En este desplazamiento se inserta una actividad fantaseadora que puede incluir elementos a menudo alejados del prototipo corporal (Laplanche, 161).

Según su fin, las pulsiones pueden ser:
la pulsión de ver, la pulsión de apoderamiento, etc. (Laplanche, 331), donde los fines son mirar y apoderarse. 
La denominación del tipo ‘pulsión de ver’ apunta al fin, y la denominación del tipo ‘pulsión oral’ apunta a la fuente, pero obviamente estas últimas tienen también su fin, por ejemplo succionar (Laplanche 159-160), así como la pulsión de ver tiene también su fuente (el ojo como zona erógena).

Ejemplos más fundamentales de fines pulsionales son los pares antitéticos actividad-pasividad, como por ejemplo mirar-ser mirado (para la pulsión escoptofílica o pulsión de ver).

Actividad - Pasividad

 Uno de los pares antitéticos fundamentales de la vida psíquica. Especifica determinados tipos de fines pulsionales. Desde un punto de vista genético, la oposición activo-pasivo figuraría en primer lugar con respecto a oposiciones ulteriores en las cuales viene a integrarse aquélla: fálico-castrado, masculino-femenino (Laplanche, 8).

Par antitético: Término frecuentemente utilizado por Freud para designar algunas grandes oposiciones básicas, ora al nivel de las manifestaciones psicológicas o psicopatológicas (por ejemplo: sadismo-masoquismo, voyeurismo-exhibicionismo), ora al nivel metapsicológico (por ejemplo pulsiones de vida-pulsiones de muerte) (Laplanche, 268).
Hasta aquí vimos que toda pulsión tiene un fin. Pero este fin no es inexorable. Las pulsiones pueden cambiar de fin, y damos aquí tres ejemplos típicos: la transformación en lo contrario, la pulsión coartada o inhibida en su fin, y la sublimación.

Transformación en lo contrario: Proceso en virtud del cual el fin de una pulsión se transforma en su contrario, al pasar de la actividad a la pasividad (Laplanche, 446). Es la conversión directa del amor en odio, y un ejemplo es la actitud con el objeto abandonante en la melancolía (Bodni, 118).

Por ejemplo pasar del sadismo (pegar) al masoquismo (ser pegado), o del voyeurismo (mirar) al exhibicionismo (ser mirado). La transformación en lo contrario es por lo general pasar de la actividad a la pasividad, pero no siempre es así (Rycroft, 116).

Coartado o inhibición en su fin: Califica una pulsión que, por efecto de obstáculos externos o internos, no alcanza su modo directo de satisfacción (o fin) y encuentra una satisfacción atenuada en actividades o relaciones que pueden considerarse como aproximaciones más o menos lejanas del primer fin (Laplanche, 54).

Bodni da un ejemplo: cuando el niño aprendió que el (otro) no es un carretel sino otro niño que va a contestar su violencia, puede defenderse de ello mediante la inhibición de la agresión (Bodni, 118). Sin embargo, los principales ejemplos de Freud tienen que ver con la inhibición de las pulsiones sexuales (véase más abajo).



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