sábado, 23 de enero de 2016

Pulsiones: Sublimación


Sublimación

 Se dice que una pulsión se sublima en la medida en que es derivada hacia un nuevo fin, no sexual, y apunta hacia objetos socialmente valorados como la ciencia o el arte (Laplanche, 415). 

Implica esencialmente un cambio de fin, pero también un cambio de objeto (Laplanche, 160).

La sublimación está emparentada pero no es equivalente a la pulsión coartada o inhibida en su fin. Freud parece ver en la inhibición como un inicio de sublimación, pero se preocupó por distinguir ambas cosas: la pulsión inhibida no ha abandonado su fin sexual directo, pero resistencias internas le impiden alcanzarlo, con lo cual se contentan con aproximarse en cierta medida a la satisfacción, lo que explica por ejemplo los sentimientos de ternura, los lazos duraderos de amistad, o los lazos afectivos en el matrimonio, nacidos originalmente de la atracción sexual (Laplanche, 54).

El 4º componente de la pulsión es el objeto. Esta palabra puede designar dentro del psicoanálisis tres cosas: 
- como aquello que el sujeto percibe y conoce (lo que se ve en la segunda tópica, cuando se habla de las funciones del yo como percibir, etc.), 
- como aquello que se ama o se odia (que se ve en la teoría de la libido, donde al respecto se usa el adjetivo ‘objetal’), y finalmente 

- como correlato de la pulsión. Este último sentido es que aquí nos interesa.


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