Sublimación
Se dice que una pulsión se sublima
en la medida en que es derivada hacia un nuevo fin, no sexual, y apunta hacia
objetos socialmente valorados como la ciencia o el arte (Laplanche,
415).
Implica esencialmente un cambio
de fin, pero también un cambio de objeto (Laplanche, 160).
La sublimación está emparentada
pero no es equivalente a la pulsión coartada o inhibida en su fin. Freud parece
ver en la inhibición como un inicio de sublimación, pero se preocupó por
distinguir ambas cosas: la pulsión inhibida no ha abandonado su fin sexual
directo, pero resistencias internas le impiden alcanzarlo, con lo cual se
contentan con aproximarse en cierta medida a la satisfacción, lo que explica
por ejemplo los sentimientos de ternura, los lazos duraderos de amistad, o los
lazos afectivos en el matrimonio, nacidos originalmente de la atracción sexual
(Laplanche, 54).
El 4º componente de la pulsión es
el objeto. Esta palabra puede designar dentro del psicoanálisis tres
cosas:
- como aquello que el sujeto
percibe y conoce (lo que se ve en la segunda tópica, cuando se habla de las
funciones del yo como percibir, etc.),
- como aquello que se ama o se
odia (que se ve en la teoría de la libido, donde al respecto se usa el adjetivo
‘objetal’), y finalmente
- como correlato de la pulsión.
Este último sentido es que aquí nos interesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario