sábado, 30 de enero de 2016

Pulsiones: segunda teoría freudiana



 Segunda teoría de las pulsiones

a) Generalidades
En nuestros artículos anteriores, habíamos hablado de cómo Freud pasó de la primera teoría de las pulsiones a la segunda teoría, y habíamos indicado las principales novedades que incorporaba ésta última: 
a)     entre las pulsiones del yo y las pulsiones sexuales de la primera teoría ya no hay diferencia cualitativa, y son englobadas dentro de las pulsiones de vida; y
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b)     el establecimiento de las pulsiones de muerte, con lo cual el nuevo dualismo pulsional está dado por el par pulsiones de vida-pulsiones de muerte.
Freud introdujo su teoría dual de las pulsiones de vida y muerte en 1920.



De acuerdo a Kaplan, esta nueva clasificación de las pulsiones es más abstracta y posee implicaciones más amplias que el concepto anterior de impulsos libidinales y agresivos.
Pensaba que las pulsiones de vida y muerte representaban las fuerzas subyacentes a las pulsiones sexuales y agresivas (Kaplan, 76).

Según Fenichel, la segunda teoría de las pulsiones establece la existencia de dos cualidades en la psique:
-        una, autodestructiva, el ‘instinto de muerte’ (que puede volverse contra el mundo externo y transformarse así en un ‘instinto destructivo’), y
-        Eros, que persigue la búsqueda de objetos, y empeñada en lograr unidades cada vez más elevadas (Fenichel, 78).

b) Pulsiones de vida
Gran categoría de pulsiones que Freud contrapone, en su última teoría, a las pulsiones de muerte.

Tienden a constituir unidades cada vez mayores y a mantenerlas.

Las pulsiones de vida, que se designan también con el término ‘Eros’, abarcan no sólo las pulsiones sexuales propiamente dichas, sino las pulsiones de autoconservación (Laplanche, 342).

El término EROS, para los griegos designan el amor y el dios Amor. Freud lo utiliza en su última teoría de las pulsiones para designar el conjunto de las pulsiones de vida, oponiéndolo a las pulsiones de muerte (Laplanche, 121).

Expresiones vinculadas a este término son: “erógeno y erótico”.


Erógeno significa capaz de producir excitación sexual, como por ejemplo una zona erógena, o el masoquismo erógeno (Laplanche, 121).

Aclaramos aquí que una zona es erógena en relación con la propia persona poseedora: cuando un niño o un hombre succiona el pecho femenino, la zona erógena activada del hombre es la zona oral, y la zona erógena activada en la mujer, el pezón. De idéntica manera, la zona erógena es la mucosa anal, no por ejemplo las heces.

Erótico, significa sexual, libidinal, agradable.

Otro término vinculado a Vida y Eros es ‘amor’:
Amor: En la literatura analítica puede aparecer como
a.      Eros, un principio o fuerza personificados (en un dios);
b.     una pulsión o grupo de pulsiones propensas a entrar en conflicto tanto con las pulsiones de conservación como con las destructivas;
c.      un afecto más a menudo contrastado con el odio que con el miedo; y
d.     una capacidad o función propensa a la inhibición, la perversión y la sublimación (Rycroft, 30).

Respecto del punto (b) hacemos dos aclaraciones: primero, Rycroft utiliza la expresión ‘instintos’ en lugar de ‘pulsiones’. En secciones anteriores ya hemos indicado la conveniencia de utilizar la segunda expresión. Segundo, cuando Rycroft dice que la pulsión amorosa puede entrar en conflicto con la pulsión de conservación, se refiere al posible conflicto entre pulsiones sexuales y pulsiones de autoconservación, respectivamente (Rycroft, 34).

c) Pulsiones de muerte


Se trata de la gran novedad introducida por Freud en su segunda y última teoría pulsional.

Pulsiones de muerte

Designan una categoría fundamental de pulsiones que se contraponen a las pulsiones de vida y que tienden a la reducción completa de las tensiones, es decir, a devolver al ser vivo al estado inorgánico.

1.     Primeramente, se dirigen hacia el interior y tienden a la autodestrucción;

2.     En segundo lugar, se dirigirían hacia el exterior, manifestándose entonces en forma de pulsión agresiva o destructiva (Laplanche, 336).

Definición:

Freud definió la pulsión de muerte como la tendencia de los organismos y de sus células a volver al estado inanimado (Kaplan, 76), o, para usar las mismas expresiones de Freud, las pulsiones de muerte son aquellas que tratan de conducir lo que está vivo a la muerte (Freud, Más allá del principio del placer).

Freud indica que la tendencia de la pulsión de muerte aparece expresada en el Principio del nirvana, que designa algo distinto al principio de constancia u homeostasis: el nirvana es la tendencia radical a llevar la excitación a nivel cero, es decir a la muerte (Freud, El problema económico del masoquismo).
Así como ‘Eros’ tiene relación con las pulsiones de vida,‘Tanatos’ tiene relación con las pulsiones de muerte:

Tánatos: Palabra griega (la Muerte) utilizada en ocasiones para designar las pulsiones de muerte, por simetría con el término de Eros; su empleo subraya el carácter radical del dualismo pulsional, confiriéndole una significación casi mítica. 

Federn habría introducido el término en psicoanálisis, aunque Jones dice que Freud lo usaba en sus conversaciones (Laplanche, 425).
Freud había indicado que las pulsiones de muerte se dirigen primero hacia el interior, en una dirección autodestructiva, y sólo secundariamente, después, se dirigen hacia el exterior, en una dirección agresiva.

Destinos o vicisitudes de las pulsiones de muerte

1- Originalmente las pulsiones de muerte están dirigidas hacia el interior, hacia el propio sujeto (masoquismo primario).

2- Luego son desviadas hacia el exterior, hacia las otras personas (sadismo).

3- Después pueden retornar nuevamente sobre el sujeto (masoquismo secundario).

Como vemos, las pulsiones de muerte pueden estar dirigidas hacia el interior o hacia el exterior. Podemos tomar esta idea sobre las vicisitudes de las pulsiones de muerte para organizar nuestra exposición de las mismas.

Pulsiones de muerte dirigidas hacia el interior

El concepto central es aquí el de masoquismo.

Masoquismo
Perversión sexual en la cual la satisfacción va ligada al sufrimiento o a la humillación experimentados por el sujeto. Freud extiende la noción de masoquismo más allá de la perversión descrita por los sexólogos: por una parte, al reconocer elementos masoquistas en numerosos comportamientos sexuales, y rudimentos del mismo en la sexualidad infantil, y, por otra, al describir formas que de él derivan, especialmente el ‘masoquismo moral’ (Laplanche, 218).

El masoquismo es tanto una real como una aparente excepción del principio del placer. Tiende a ser explicado de la siguiente manera:

(a) transformación en lo contrario del sadismo;

(b) identificación con el compañero sádico;

(c) como un paliativo de la culpa al experimentar castigo y dolor simultáneamente con el placer;

(d) erotización de un rol sumiso originalmente adoptado para apaciguar a las figuras autoritarias, y

(e) la pulsión de muerte (Rycroft, 76).


Clasificaciones de masoquismo para Freud

En Freud aparecen dos clasificaciones de masoquismo:

a) masoquismo erógeno, femenino y moral, y

b) masoquismo primario y secundario.

En 1924, Freud distingue tres formas de masoquismo: erógeno, femenino y moral
(Freud, El problema económico del masoquismo)

Primera clasificación de masoquismo


Masoquismo erógeno: 

Condición que se halla en la base de la perversión masoquista y que se encuentra también en el masoquismo moral: la ligazón del placer sexual al dolor. Como se ve, es un concepto más amplio que la simple perversión sexual como cuadro clínico (Laplanche, 219).

Masoquismo femenino

Condición en la que el sujeto experimenta placer adoptando una posición pasiva, vale decir, quedando a merced del otro (por ejemplo en la sumisión y la docilidad). Puede darse tanto en el hombre como en la mujer. El adjetivo ‘femenino’ deriva de la homologación entre feminidad y pasividad, y si puede darse tanto en hombres como en mujeres, ello es debido a la condición bisexual de todo ser humano.
Rycroft indica que la teoría analítica clásica supone una conexión intrínseca entre el masoquismo, la pasividad y la feminidad. Al proceder de esta manera confunde el abandono de uno mismo a la voluntad de otro, con la experimentación del dolor (Rycroft, 76).

Masoquismo moral

Forma de masoquismo en la cual el sujeto, debido a un sentimiento de culpabilidad inconsciente, busca la posición de víctima, sin que en ello se halle directamente implicado un placer sexual (Laplanche, 218). Término utilizado por Freud para describir la tendencia a someterse al propio superyó sádico. El concepto se apoya en la idea de que el superyó obtiene su fuerza moral de la energía agresiva pulsional que es descargada (Rycroft, 76).
En relación con el masoquismo moral, encontramos los siguientes conceptos psicoanalíticos:
-        sentimiento de culpabilidad: Término utilizado en psicoanálisis con una acepción muy amplia. Puede designar un estado afectivo consecutivo a un acto que el sujeto considera reprensible, pudiendo ser la razón que para ello se invoca más o menos adecuada (remordimientos del criminal o autorreproches de apariencia absurda), o también un sentimiento difuso de indignidad personal sin relación con un acto preciso del que el sujeto pudiera acusarse. Por lo demás, el sentimiento de culpabilidad se postula en psicoanálisis como sistema de motivaciones inconscientes que explican comportamientos de fracaso, conductas delictivas, sufrimientos que se infringe en sujeto, etc.” (Laplanche, 397). En este último sentido, la palabra sentimiento sólo puede utilizarse con reservas, ya que el sujeto puede no sentirse culpable a nivel de experiencia consciente. En efecto, no escapó a Freud la paradoja que representa el hablar de sentimiento de culpabilidad inconsciente. En este sentido, admitió que podía parecer más adecuado el término de ‘necesidad de castigo’ (Laplanche, 397-398).
ü  necesidad de castigo: Exigencia interna que, según Freud, se hallaría en el origen del comportamiento de ciertos sujetos en los que la investigación psicoanalítica pone de manifiesto que buscan situaciones penosas y humillantes y se complacen en ellas (masoquismo moral). Lo que hay de irreductible en tales comportamientos debería relacionarse, en último análisis, con la pulsión de muerte (Laplanche, 232). Desde el punto de vista tópico, Freud explica las conductas autopunitivas por la tensión entre un superyó singularmente exigente y el yo (Laplanche, 233), o sea, por un conflicto superyó-yo.
ü  Los fenómenos que implican autocastigo son, por ejemplo:
a) sueños de castigo, especie de tributo pagado a la censura por la realización de un deseo;
b) autorreproches y comportamientos autopunitivos en la neurosis obsesiva;
c) compulsión al autocastigo en la melancolía, que puede llegar al suicidio;
d) criminales por autocastigo: el autocastigo aparece como una consecuencia no deseada de acciones agresivas y delictivas;
e) la reacción terapéutica negativa (Laplanche, 232):
ü  reacción terapéutica negativa: Fenómeno observado en algunas curas psicoanalíticas y que constituye un tipo de resistencia a la curación singularmente difícil de vencer: cada vez que cabría esperar, del progreso del análisis, una mejoría, tiene lugar una agravación, como si ciertos individuos prefirieran el sufrimiento a la curación. Freud atribuye este fenómeno a un sentimiento de culpabilidad inconsciente inherente a ciertas estructuras masoquistas (Laplanche, 350). La gran variedad de comportamientos masoquistas que hemos visto presentan la característica de reiterarse o repetirse a lo largo de la vida, no apareciendo como acontecimientos aislados o circunstanciales. Para explicar esto Freud recurre al concepto de compulsión a la repetición.
ü  compulsión a la repetición: Término utilizado por Freud para describir lo que él creía una tendencia innata a la reversión hacia condiciones previas. El concepto fue utilizado por él en apoyo del concepto de pulsión de muerte. Teniendo en cuenta que lo animado se desarrolla a partir de lo inanimado, Freud creyó que había un impulso innato, la pulsión de muerte, a regresar a lo inanimado (Rycroft, 39). Laplanche nos suministra dos acepciones del término: el clínico y el teórico.
o   a) A nivel de la psicopatología concreta, proceso incoercible y de origen inconsciente, en virtud del cual el sujeto se sitúa activamente en situaciones penosas, repitiendo así experiencias antiguas, sin recordar el prototipo de ellas, sino al contrario, con la impresión muy viva de que se trata de algo plenamente motivado en lo actual.
o   b) En la elaboración teórica que Freud da de ella, la compulsión a la repetición se considera como un factor autónomo, irreductible, en último análisis, a la dinámica conflictual de la interacción principio del placer-principio de realidad. Se atribuye fundamentalmente a la característica más general de las pulsiones: su carácter conservador (Laplanche, 68).
A nivel clínico, la compulsión a la repetición se manifiesta también en las neurosis de destino (o compulsión de destino, para usar el término propiamente freudiano):
ü  neurosis de destino: Designa una forma de existencia caracterizada por el retorno periódico de las mismas concatenaciones de acontecimientos, generalmente desgraciados, concatenaciones a las cuales parece hallarse sometido el sujeto como a una fatalidad exterior, mientras que, según el psicoanálisis, se deben buscar los factores de este fenómenos en el inconsciente y, específicamente, en la compulsión a la repetición (Laplanche, 245). Ejemplo: una mujer que, casada tres veces consecutivas, vio a sus maridos caer enfermos poco después de la boda y hubo que cuidarlos hasta su muerte (Laplanche, 246).

Segunda clasificación de masoquismo


Lo visto hasta ahora, incluyendo los masoquismos primario y secundario, tienen relación con las pulsiones de muerte dirigidas hacia el interior de la persona.

En la segunda clasificación de masoquismo se distingue: masoquismo primario y secundario, nos remite a la evolución cronológica de las pulsiones de muerte:

Masoquismo primario: Freud entiende por masoquismo primario un estado en el que la pulsión de muerte todavía se dirige sobre el propio sujeto, aunque ligada por la libido y unida a ésta. Se denomina ‘primario’ porque no sigue a una fase en que la agresividad se dirigiría hacia un objeto exterior, y también para diferenciarlo de un masoquismo secundario.

Masoquismo secundario: Consiste en una vuelta del sadismo hacia la propia persona, que se añade al masoquismo primario (Laplanche, 219).
La idea de un masoquismo irreductible a una vuelta del sadismo hacia la propia persona sólo fue admitida por Freud una vez establecida la hipótesis de la pulsión de muerte (Laplanche, 219).


Examinemos ahora las pulsiones de muerte dirigidas hacia el exterior (sadismo, agresividad, etc.), y que corresponde a la segunda etapa o etapa intermedia entre el masoquismo primario y el secundario.

Pulsiones de muerte dirigidas hacia el exterior

El concepto de sadismo ocupa aquí un lugar central.

Sadismo
Perversión sexual donde la satisfacción va ligada al sufrimiento o a la humillación inflingidos a otro. El psicoanálisis extiende el concepto de sadismo más allá de la perversión descrita por los sexólogos, reconoce numerosas manifestaciones del mismo, más larvadas, especialmente infantiles, y lo considera como uno de los componentes fundamentales de la vida pulsional (Laplanche, 390).
La expresión sadismo puede significar una perversión sexual, o también el placer en la crueldad. Alude asimismo a varias formas, como el sadismo oral (placer en morder), el sadismo anal, etc. No está muy claro -señala Rycroft– si el sadismo es un puro y simple componente del instinto, o si es una fusión de impulsos libidinales y agresivos; o si el elemento agresivo es una manifestación de tendencias destructivas innatas o una respuesta a la frustración y/o humillación. Tampoco está muy claro si el ‘placer’ derivado de la actividad sádica reside en la observación del dolor del otro, o en la sensación de poder derivada de estar en condiciones de inflingir dolor (Rycroft, 104).
Buena parte de la incertidumbre de la que habla Rycroftcon respecto a este término deriva de las numerosas idas y vueltas que dio Freud a lo largo de su obra, a propósito del tema de la relación entre sadismo y masoquismo (véase esquema aparte, donde intentamos una simplificación de este complejo problema).
En la bibliografía consultada, existen otros términos vinculados a la pulsión de muerte dirigida hacia el exterior:

Agresividad

Tendencia o conjunto de tendencias que se actualizan en conductas reales o fantasmáticas, dirigidas a dañar a otro, a destruirlo, a contrariarlo, a humillarlo, etc.. (Laplanche, 13).
La agresión puede adoptar modalidades distintas de la acción motriz violenta y destructiva; no hay conducta, tanto negativa (rechazo de ayuda, por ejemplo) como positiva, tanto simbólica (por ejemplo, ironía) como efectivamente realizada, que no pueda funcionar como agresión.
El psicoanálisis ha concedido una importancia cada vez mayor a la agresividad, señalando que actúa precozmente en el desarrollo del sujeto y subrayando el complejo juego de su unión y desunión con la sexualidad. Esta evolución de las ideas ha culminado en el intento de buscar para la agresividad un sustrato pulsional único y fundamental en el concepto de pulsión de muerte (Laplanche, 13).
Según Rycroft la agresividad, que él designa como AGRESION y que aquí consideraremos como sinónimo, es una fuerza hipotética, instinto, o principio que se supone actúa sobre una amplia gama de actos y sentimientos. Se lo considera, con frecuencia, como antitético de sexo o libido, en cuyo caso es utilizado para hacer referencia a impulsos destructivos. Freud concibió la agresión, en sus últimos textos, como un derivado de la pulsión de muerte (Rycroft, 29).

Pulsión destructiva (destructora)

Término utilizado por Freud para designar las pulsiones de muerte, desde una perspectiva más cercana a la experiencia biológica y psicológica. En ocasiones su extensión es la misma que la del término ‘pulsión de muerte’, pero más a menudo califica la pulsión de muerte en tanto que orientada hacia el mundo exterior. En este sentido más específico, Freud utiliza también el término ‘pulsión agresiva’ (Laplanche, 330).

Pulsión agresiva

Designa, para Freud, las pulsiones de muerte, en tanto que dirigidas hacia el exterior. El fin de la pulsión agresiva es la destrucción del objeto (Laplanche, 327).

Pulsión de apoderamiento

Término utilizado ocasionalmente por Freud, sin que su empleo pueda codificarse con precisión. Entiende por tal una pulsión no sexual, que sólo secundariamente se une a la sexualidad, y cuyo fin consiste en dominar el objeto por la fuerza (Laplanche, 328).
Al principio Freud recurrió a este concepto para explicar la crueldad infantil. Luego lo relacionó con otros conceptos, y finalmente dentro de la segunda teoría pulsional, vio en la pulsión de apoderamiento una forma que adopta la pulsión de muerte cuando esta entra ‘al servicio’ de la pulsión sexual (Laplanche, 328-329).

Odio:
Según Freud (1915) el odio es el responsable de las amenazas al yo, pero en sus especulaciones posteriores expuso el punto de vista de que es una manifestación de la pulsión de muerte. Los analistas influidos por estas ideas posteriores tienden a considerar el amor y el odio como opuestos, y a considerar a la psiquis como un campo de batalla entre estos dos principios opuestos (Rycroft, 83).
Críticas al concepto de pulsión de muerte.- Desde la más radical a la más moderada, podemos agrupar las críticas en dos direcciones principales:
1) No existe la pulsión de muerte y nacemos solamente con un solo tipo de pulsión, La agresividad entonces, se explica ya sea haciendo de ésta un elemento correlativo, al comienzo, de toda pulsión, en la medida en que ésta se realiza en una actividad que el sujeto impone al objeto, ya sea considerándola como una reacción secundaria a la frustración proveniente del objeto (Laplanche, 340).
Desde un punto de vista metapsicológico, al nacer no habría un grupo especial de pulsiones que busca la reducción de la tensión (Laplanche, 340), pues todas las pulsiones tienden, en el fondo a dicha reducción, con lo cual no hay porqué discriminar dos tipos de pulsiones al nacer (Fenichel,78-79).
2) Nacemos con pulsiones de vida y muerte, pero éstas últimas no son autodestructivas, sino agresivas. Existe desde un principio una ambivalencia pulsional, pero la oposición amor-odio, tal como se manifiesta desde los comienzos en la incorporación oral, sólo debería entenderse en la relación con un objeto exterior (Laplanche, 340).



d) Relaciones entre pulsiones de vida y de muerte

Encaremos esta cuestión tomando como referencia los conceptos de UNION-DESUNION ó, según otras traducciones, FUSION-DEFUSION de las pulsiones. En efecto, las pulsiones de vida y de muerte pueden estar entre sí fusionadas (unidas) o defusionadas (desunidas).

FUSION-DEFUSION

‘Unión-desunión’ son términos usados por Freud, dentro de su última teoría de las pulsiones, para describir las relaciones entre las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte, tal como se traducen en una determinada manifestación concreta. La unión de las pulsiones constituye una verdadera mezcla, donde cada uno de los dos componentes puede entrar en proporciones variables; la desunión designa un proceso que, en el caso extremo, conduciría a un funcionamiento independiente de las dos clases de pulsiones, persiguiendo cada una por separado su propio fin (Laplanche, 452).
Según los últimos escritos de Freud, las pulsiones no sólo están en conflicto sino que también están en condiciones de fusionarse y defusionarse (Rycroft, 60). En efecto,Freud dice por ejemplo que “nunca tenemos que tratar con los instintos de vida e instintos de muerte puros, sino sólo con combinaciones de ellos en diferentes grados.
En correspondencia con una fusión de instintos puede haber, bajo ciertas condiciones, una defusión de ellos” (Freud, Más allá del principio del placer). Cuando Freudhabla de defusión o desunión intenta designar, explícita o implícitamente, el hecho de que la agresividad habría logrado romper todo nexo con la sexualidad (Laplanche, 452).
Interesa destacar que, sea que estén fusionadas o defusionadas, las pulsiones de vida y muerte actúan siempre ambas: juntas o independientemente, pero siempre las dos. Esto significa que no existe una conducta puramente autodestructiva (pulsiones de muerte) ni puramente buscadora de objetos (pulsiones de vida), sino que siempre hay una ‘mezcla’, tanto si están fusionadas como no.
Respecto del término ‘buscadora de objetos’ como fin de los impulsos de vida, valga la aclaración de Fenichel: la segunda teoría pulsional de Freud establece dos cualidades en la psique: una, autodestructiva, el ‘instinto de muerte’ (que puede volverse contra el mundo externo y transformarse así en un ‘instinto destructivo’), y otra,Eros, que persigue la búsqueda de objetos, y empeñada en lograr unidades cada vez más elevadas (Fenichel, 78).
En el esquema sobre “Algunos ejemplos de relaciones entre pulsiones de vida y muerte” ilustramos algunas posibilidades (las que suele citar el psicoanálisis con alguna frecuencia) de fusión y defusión de pulsiones.
Cerraremos nuestra breve exposición de las relaciones entre pulsiones de vida y de muerte, mediante un esquema que hemos diseñado para clarificar ciertos conceptos freudianos (ver esquema de “Series complementarias”).
Antes que nada aclaramos que la idea de SERIES COMPLEMENTARIAS fue utilizada originalmente porFreud para referirse específicamente a los factores etiológicos de las neurosis, pero Laplanche dice que también puede aplicarse dicha idea a otros campos, en que interviene igualmente una multiplicidad de factores que varían inversamente entre sí (Laplanche, 401).
Uno de esos campos es precisamente la relación entre los factores pulsión de vida y pulsión de muerte.
Cabría considerar 2 series complementarias, cada una con su correspondiente gradiente (o variación gradual): una cuantitativa, dada por las distintas proporciones en que pueden estar ambas pulsiones (mucha pulsión de vida, cantidad pareja de ambas, mucha pulsión de muerte), y otra cualitativa, dada por el grado de unión o desunión de ambas pulsiones (muy fusionadas, medianamente fusionadas, defusionadas).

Series complementarias: Hay una relación entre ambas series:

a) puesto que la pulsión de vida tiende a unir, cuando hay un predominio de pulsión de vida (primera serie) hay concomitantemente una fusión o unión entre pulsiones (segunda serie); y

b) alternativamente, puesto que las pulsiones de muerte tienden a desunir, cuando hay un predominio de la pulsión de muerte (primera serie), hay concomitantemente una defusión o desunión entre las pulsiones (segunda serie). Todo esto equivale a decir que cuanto más prevalezca la libido, más se realizará la unión, y a la inversa, cuanto más predomine la agresividad, más tenderá a desintegrarse la unión pulsional (Laplanche, 454).

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