lunes, 15 de junio de 2015

El animismo y la magia



Historia de la Psicología   

El Animismo

En su texto “Tótem y tabú”, Freud dedica un apartado a la relación entre animismo, la magia y la omnipotencia de las ideas.

Tomó el material de las obras de Spencer, Frazer, Lang, Tylor y Wundt.

El animismo es la teoría de las representaciones del alma y en un sentido más amplio: la teoría de los seres espirituales en general. Se relaciona con la forma en que los pueblos primitivos llenaban al mundo de seres maléficos o benéficos a los cuales les atribuían la causa de todos los fenómenos naturales. Se supone que los hombres primitivos llegaron a esto observando los fenómenos del sueño y de la muerte.

El primer punto de partida debe haber sido el de la muerte ya que para el primitivo el tema de la inmortalidad era algo natural y lógico. La representación de la muerte es muy posterior. Fue aceptada luego de muchas vacilaciones e incluso hoy carece para nosotros de todo sentido.

El animismo es un sistema intelectual. ¿Qué significa esto? Significa que no explica solamente determinados fenómenos particulares, sino que permite concebir al mundo como una totalidad. La humanidad conoció a través de los tiempos tres sistemas intelectuales o tres grandes maneras de concebir al universo.
                        I.        La concepción animista
                       II.        La religiosa
                      III.        La científica

Se puede decir que de estos tres sistemas, el animismo sería el más completo y aun en la actualidad subsiste de alguna manera en las supersticiones. El animismo (sin ser todavía una religión), implica ya las condiciones preliminares de todas las religiones.

Freud sostiene que desde el punto de vista psicoanalítico, sería un error suponer que los hombres crearon sus primeros sistemas cósmicos por una simple ansia de saber, sino que tenía que ver sobre todo con la necesidad de someter al mundo. Las técnicas que utiliza el animismo serían:

La hechicería
La magia

La magia

La primera seria: El arte de influir sobre los espíritus, tratándolos de la misma manera como se trataría a un ser humano.

La magia: se vale de procedimientos especiales y tiene distintos fines como: someter a los fenómenos de la naturaleza a la voluntad del hombre, protegerlo de sus enemigos y darle poder de perjudicar a los que le son hostiles. 

El principio sobre el que descansa la acción mágica sería: tomar erróneamente una relación ideal por una relación real. 

Uno de los procedimientos mágicos más generalmente usados para perjudicar a un enemigo consiste en fabricar su efigie con materiales de cualquier tipo sin que sea necesario que la efigie sea semejante. Todo lo que se le haga a la efigie recaerá sobre la persona a quien representa.

La ceremonia mágica

Toda ceremonia mágica tiene un momento de:

a) preparación: cierto número de condiciones y operaciones accesorias, preliminares indispensables de la ceremonia central.

b) tiene un momento: en que ésta debe cumplirse, muy frecuentemente en horas cuando la actividad profana ha cesado: medianoche, el alba, el crepúsculo y en ciertas fechas lunares cruciales (se observa el curso de los astros, sus conjunciones).

c) el lugar: a menudo la magia tiene sus templos. A falta de otras cosas, el mago a veces traza alrededor suyo un círculo o un cuadrado que lo aísla de lo profano y de las influencias ocultas hostiles a su empresa.

d) los materiales: hierbas medicinales que deben cortarse tal día a tal hora y con tales gestos: elementos de un filtro o de un amuleto. La magia utiliza una gran cantidad de objetos que pueden tener una significación oculta (recortes de uñas, fetos, excrementos o sustancias comunes que sirven de aglutinantes en la cocina del brujo (miel, cera, cola, yeso, esperma).

e) los utensilios: la varita mágica, la brújula adivinatoria, las máscaras, etc. Una vez que están dadas todas las reglas para la preparación de la ceremonia, veremos las características formales de todo reto, como por ejemplo:

-      1- Es estereotipada: El rito mágico se fija en los detalles más minuciosos. La mínima inobservancia de ellos los hace caducar. En los ritos orales cambia la palabra tradicional o simplemente la entonación; en ambos casos, cambiar el ritmo de la operación es no solamente no obtener los resultados que se desean, sino despertar potencias hostiles. Pues los objetos y también las palabras, lejos de ser símbolos o signos convencionales, son para el mago partes constituyentes del resultado que busca o del objeto que evoca: derramar agua para obtener la lluvia no es figurar la lluvia sino comenzar a hacerla caer, nombrar a una persona o andar sobre su sombra, es retenerla por un aspecto de ella misma.

-      2- Es constrictiva: La exigencia bien formulada no puede fallar. El encantamiento opera con seguridad. Nadie ha visto el éxito de un hechizo ni de las extrañas recetas medicinales de la farmacopea mágica. La creencia mágica es pues, a priori, independiente de la confirmación empírica.

Clasificación de los ritos mágicos

Hay que distinguir entre los ritos de transmisión que tienen por objeto realizar las condiciones experimentales que constriñen a los poderes ocultos o a sus expresiones positivas a pasar de una cosa a otra y los ritos de generación, que tienden a crear nuevas propiedades.

a) Los ritos de transmisión

Un ejemplo típico: en Melanesia, para curar a alguien, se guarda en lugar húmedo o entre hojas frescas la flecha que lo ha herido. La inflamación será muy ligera y va a desaparecer pronto (el poder emoliente pasa de la flecha a la parte herida). Los ritos de transmisión se presentan en dos formas diferentes:

-      1) Los ritos de contagio: Dice Frazer, “Las cosas que han estado una vez en contacto continúan actuando una sobre otra, aún cuando tal contacto ha cesado, o más brevemente: La parte vale por el todo”. De esta observación generalmente implícita, el mago deduce que basta actuar sobre un elemento para obtener la transferencia a todos los que han formado o forman con aquél un todo natural o artificial. Es un procedimiento para obtener la transferencia a todos los que han formado o forman con aquel un todo natural o artificial. Es un procedimiento absolutamente general: Vale para las personas y para las cosas: los dientes, la saliva, los cabellos, las uñas, representan a la persona entera, por su intermedio, se ejercerá acción en ésta. Según Frazer, los brujos de las islas marquesas toman cabellos, esputos, cualquier desecho del hombre cuya pérdida desean, lo envuelven en una hoja y colocan el paquete en una bolsa de fibra anudada cuidadosamente. Entierran el todo con ciertos ritos, y la victima se muere de languidez. Si se saca a la luz el contenido de la bolsa se detiene ipso-facto el maleficio. Después de esto se comprenden todas las precauciones que se toman para impedir que los desechos humanos caigan en posesión ajena. Los reyes francos no debían dejarse cortar jamás los cabellos, siempre y en todas partes se han quedado, enterrado o escondido; las uñas y los cabellos cortados y enjugado cuidadosamente las huellas de saliva. Lo mismo en cuanto a las sombras y a los nombres considerados como prolongaciones de la persona: un negro de Australia se rehúsa a decir su nombre convencido de que un brujo podría apoderarse de él. Los mismos ritos se aplican a los animales, a las plantas y a los sucesos naturales. Los apaches de Arizona, para desatar la lluvia lanzan agua de una fuente sobre la punta de una roca. El espíritu mágico delata mucho la noción de grupo natural, así pues ejercer acción sobre el individuo es ejercerla sobre la especie, el indio Ottawa no quema jamás las espinas de pescado, porque está seguro de que ello alejaría a la presa de sus redes. Todo objeto contiene las virtudes especiales de la categoría que representa. Por último y por contigüidad sucesiva, todo aquello que haya estado en contacto accidental directo o indirecto, con una cosa, se halla asimilado a las partes sueltas del objeto o de la persona, y es dócil a los ritos de la magia contagiosa: los alimentos, los vestidos, los lugares ocupados, el ambiente habitual o no etc. Muy lejos de nosotros, en la Grecia Antigua, una máxima Pitagórica recomendaba borrar, al saltar del lecho, las huellas del cuerpo en las sábanas para preservarse de posibles encantamientos. Con igual espíritu, el primitivo destruye los relieves de su comida y roba los de sus enemigos.

-      2) Los ritos imitativos u homeopáticos: Para el mago, “todo semejante llama a su semejante” (Frazer) y este llamado parece funcionar de dos maneras: o es una suerte de drenaje oculto, en dirección de una cosa de todo lo que puede parecérsele o es una especie de imitación a distancia. En el primer caso, el mago, empeñado en desalojar o modificar algo, o en hacerlo aparecer utiliza lo semejante como imán natural. De este modo, la becada marina (plumaje pardo, ojos dorados) atrae lo amarillo, de ahí la idea corriente entre los antiguos griegos de que bastaba que un enfermo de ictericia mirase fijamente a esa ave para curarse. La medicina mágica tiene muy en cuenta estos tratamientos homeopáticos. Las enfermedades del hígado en la India antigua se curaban con las siguientes maniobras: se ataban al pie de la cama del enfermo varios pájaros amarillos, ligados entre sí por una pata con un hilo amarillo y se decía: “que tu mal de corazón y tu tez amarilla se levanten y sigan al sol” (que también es amarillo). La gran mayoría de los ritos analógicos pertenecen por lo demás al segundo tipo: la magia es una pantomima. Es cuestión de procurarse fabricar o hasta contentarse con imaginar una trama de acontecimientos simétrica con lo que se desea. Para hacerse dueño de la lluvia, el sol o el viento, se monta un escenario donde plumones y grandes piedras figuran cirros y cúmulos, sangre derramada representa la lluvia, un objeto redondo con una cinta roja rodeado de plumas, el sol; velos y palos agitados por el viento. Las prácticas casi universales de la defixión (“pinchado de muñecos) derivn generalmente de la acción mimética. El hechicero fabrica una figurilla hecha a imagen de la persona elegida con frecuencia una estatuilla de cera o un muñeco o bien toma una rana (India, Asiria), una mandrágora (ciertas comarcas europeas) y se le hacen pinchazos, fracturas o lo quema, entierra o ahoga. Su enemigo sufre a la distancia los mismos suplicios. Los dos tipos de ritos de transmisión están casi siempre combinados: o bien la imitación que es operación capital, utiliza el contagio para duplicar su efecto, o bien el contagio supone una acción mimética. Por ejemplo: ciertos primitivos fabricaban figurillas de animales acuáticos (mimetismo) y las colocan en las alturas para atraer la lluvia (contagio). El mago puede sin duda seleccionar, como materiales de su operación ya sean las partes de un todo o los representantes simbólicos de una cosa; al poner en acción su hechizo, le es imposible apelar exclusivamente a la acción contagiosa o por similitud.


b) Los ritos de generación

La magia no se contenta con transferir propiedades. Suele forjarlas. Es allí donde aparece a plena luz la fuerza del deseo. El primitivo encanta su flecha: “ve, recta y mata”. ¿Se dirá que simplemente la transmite su voluntad de matar? Pero él nunca se ha desprendido de tal voluntad, que se ha constituido inmediatamente como fuerza real y sostén místico de la flecha material.
Pero volvamos al texto de Freud. Coincidentemente con lo que veíamos, Freud sostiene que el hombre primitivo tiene una confianza desmesurada en el poder de sus deseos. El niño trata de satisfacer sus deseos de una manera alucinatoria y lo realiza por la excitación centrifuga de sus órganos sensoriales. En él todavía no se enlaza a esto la aptitud motora que si ya se verá en el primitivo.
La técnica que rige la magia sería la “omnipotencia de las ideas”. Término éste que, según Freud, se lo debe a un enfermo suyo de características obsesivas, al cual la bastaba pensar en una persona para encontrársela, como si de alguna manera la hubiera llamado con su pensamiento.

Ejemplos como éste se repiten a diario en la clínica, como: “Prefiero que me bochen en el examen con tal de que a mi sobrinito le pongan un felicitado en el cuaderno”. Si llevo siempre conmigo este objeto que me sirve de amuleto lograré que no se me acerquen aquellas personas por las cuales no siento demasiada estima”.
La “omnipotencia de las ideas” se ve con mayor claridad en los neuróticos obsesivos, lo que no quiere decir que no exista en las demás neurosis y de hecho existe ya que en todas ellas es la realidad intelectual y no la exterior la que prevalece y rige la formación de los síntomas. El histérico en sus crisis y accesos repite sucesos que sólo han ocurrido en su imaginación.

Imposible es también tratar de explicar por faltas cometidas en la realidad el sentimiento de culpabilidad de los neuróticos que podría equiparse o ser justificable en un asesino, pero como dice Freud algo de base real tienen, ya que se basan en los fuertes deseos de muerte inconscientes que un individuo puede sentir frente a otro. Al someter a los neuróticos a tratamiento y al hacer consciente lo inconsciente se ve que siempre temen decir lo que piensan, es como si exteriorizar sus malos deseos, sería lo mismo que cumplirlos. La “omnipotencia de las ideas” evoluciona en las distintas concepciones del mundo de una manera diferente:

1)   En la fase animita: el hombre se atribuye a sí mismo la omnipotencia de las ideas.

2)   En la fase religiosa: se la cede a los dioses sin renunciar del todo a ella, ya que se reserva el poder de influir sobre los dioses de manera tal que los pueda hacer que actúen de acuerdo a sus deseos.

3)   En la fase científica: ya no habría lugar para la omnipotencia de las ideas ya que en ella el hombre ha reconocido su pequeñez y se ha resignado a la muerte.

Luego hace Freud un paralelo entre estas concepciones del mundo con respecto al desarrollo libidinal del individuo. 

A la fase animista correspondería el narcisismo (el individuo se comporta como si estuviese enamorado de sí mismo y las pulsiones del yo y los deseos libidinosos todavía no se encuentran totalmente diferenciados). 

La fase religiosa se caracteriza por la fijación de la libido a los padres. La fase científica sería como un estado de madurez en que el sujeto renuncia al principio del placer por el de realidad (aunque como sabemos el primero no se abandona de una manera definitiva) y busca su objeto en el mundo exterior.

El único lugar en el cual sigue dominando la “omnipotencia de las ideas”, seria: en el arte, en el cual el hombre gracias a una ilusión artística cree satisfacer sus deseos como si se tratase de algo real.

¿Cuál sería el mecanismo que impulsó al hombre primitivo a hallar en el exterior sus propios procesos psíquicos? Estamos en presencia del mecanismo conocido por nosotros como es la proyección, la que implica un alivio psíquico.


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