viernes, 12 de junio de 2015

Epicurismo


Historia de la Psicología    

El Epicureísmo

Image result for epicuro imagenesContemporánea de la escuela del Pórtico (estoicos), es otra escuela filosófica que fundó Epicuro, llamada Jardín, en Atenas. Instalándola en el jardín de su propia casa, por eso el nombre. Su significación es muy semejante a la estoica, aunque en el lenguaje de hoy en día se entienda y no sin fundamento, por epicúreo algo opuesto a estoico. Si esto suena a ascetismo, aquello sugiere una idea de placer, es más, de refinamiento en el placer.

Diferencias entre las dos escuelas

Comparte Epicuro con los estoicos su aversión a las entidades metafísicas de Platón y Aristóteles, para no admitir más que la realidad material y sensible.
Esto le hace prescindir del plano metafísico y limitarse al cosmológico o físico. Aquí admite una concepción más lógica que la de los estoicos, dentro de un principio materialista.
No es que todas las cosas debas ser concebidas con una naturaleza material, sino que existen otras realidades que los átomos o partículas indivisibles de materia, que sometidas a una causalidad ciega y necesaria, producen cuanto hay. Teoría que actualiza las concepciones de Demócrito. Nosotros imaginamos al mundo construido según un plan inteligente y suponemos que al obrar lo hacemos en vista de un fin y libremente. El mundo es una inmensa estructura de átomos materiales, sometida a leyes necesarias.


Con esto pasa Epicúreo al problema práctico de la actitud que debe adoptar el hombre ante ese acontecer necesario. Lo físico no constituye para él más que una antesala de la ética, como sucedía a los estoicos. Pero enseguida se le plantea una grave dificultad, para conciliar esta concepción física del universo con la posibilidad de una ética.
Toda ética se propone establecer normas para el ordenamiento de la conducta. Esto supone la posibilidad en el sujeto moral, de acataras, de seguirlas, de ajustarlas a sus actos; esto es la libertad. Si todo incluso el hombre es de naturaleza material y obedece a leyes necesarias, ¿qué objeto o utilidad podrán tener unas normas morales? Aquellos que actúan de un modo, o aquellos que actúan de otro, lo harán porque así resulta la causalidad universal. Unos por ejemplo, serán vulgo, y otros, sabios, irremediablemente por necesidad física. Pero nadie se predique de otro modo, porque no existe indeterminación.
Entonces, para conciliar la concepción determinista, con la posibilidad de una ética, sostiene Epicuro, una teoría tan extraña como ilógica: lo que él llama CLINAMEN, o ligera inclinación de los átomos en su caída. Un hombre que cae desde lo alto de una casa no puede evitar la caída, pero puede imprimir un movimiento a su cuerpo que lo haga caer más acá o más allá.
Algo parecido supone Epicuro que puede acontecer en los átomos materiales que forman al alma y en ella pretende formar una actuación material y una ética.

Sentadas estas premisas, se pregunta Epicuro cuál será el fin que el hombre puede y debe alcanzar en esta vida, es decir la desviación que el hombre puede caer a lo largo de su existencia.
La respuesta es para él un hecho de experiencia, que todos los hombres han tenido siempre, acertada o erróneamente, consciente o inconscientemente, hacia el placer.

La vida es para Epicuro siempre una fuente de placer, una búsqueda de placer, o una condición para el placer futuro. Epicuro comienza así haciendo una profesión del más alegre hedonismo, que es aquella doctrina ética que establece el placer como bien supremo.

Divide en primer lugar los placeres posibles en placeres corporales y placeres espirituales. ¿Cuáles serán los inferiores y cuáles los deseables? Se decide primero por los espirituales porque se pueden traer a voluntad y por lo tanto sujetan al hombre a cosas exteriores. Pero los espirituales consisten para Epicuro en recordar, imaginar o proyectar situaciones placenteras y esto no es posible si no existen previamente unas auténticas y originales situaciones placenteras. Estas no pueden consistir sino en los placeres del cuerpo.

Divide luego, lo que llama placeres en “reposo” y placeres en movimiento”.
Son “en movimiento” aquellos que experimenta el alma como algo agregado a su naturaleza, algo que se ha de buscar en el exterior, porque no resulta de su normal actividad.
El placer de reposar tras la fatiga, el beber agua con sed, son típicos placeres en reposo. Las drogas, el beber bebidas alcohólicas, son ejemplos de placeres en movimiento.

Epicuro opta por los placeres en reposo, porque los en movimiento, a la larga, producen dolor, y convertidos en un hábito, esclavizan al alma, sometiéndola a las cosas exteriores.

Y aquí el mensaje y la conclusión del hedonismo de Epicuro: si los placeres espirituales vienen a reducirse a los corporales y si en estos solo deben admitirse por tales placeres, los en reposo, resultará que el único fin de la vida es el placer derivado de satisfacer las necesidades elementales, necesidades de la naturaleza. Lo cual exige del hombre un abstencionismo ascético, una estricta austeridad.

El sistema que empezó en un alegre hedonismo acaba en un riguroso ascetismo. Más aún como al sabio Epicuro le falta aquella visión panteísta del mundo que poseía el estoico no encuentra un verdadero e ilusionado objetivo a esta vida escéptica a la que lo ha conducido su propio sistema y tampoco encuentra por lo tanto a la vida misma.

Por eso, pocos panegiristas han cantado a la muerte y al suicidio como Epicuro. De este modo el mismo desarrollo de la ética epicúrea demuestra cómo el hedonismo conduce por sí mismo a la desesperación y a la nada. Como no puede fundarse una moral sobre el placer, que es sólo una reacción, un tono afectivo, que acompaña los actos, pero nunca una realidad en sí misma, que pueda buscarse como objetivo último.


El tipo humano del sabio estoico y epicúreo no deja, sin embargo, de poseer cierta grandeza. En él se expresa el cansancio decadente de vivir, la vejez digna y orgullosa de una cultura ilustre.

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