Aparato
psíquico: vertiente dinámica
Primera
tópica
La primera
estructuración del aparato psíquico que Freud plantea en el capítulo VII de su
obra “La interpretación de los sueños”, del año 1900, este aparato idealmente
desarrollado está conceptualizado en formas de distintas organizaciones de
huellas mnémicas, como un aparato reflejo donde habría un extremo sensible y un
extremo motor.
Esta particular
organización de huellas mnémicas en virtud de cierta organización cronológica y
de distintos modos de funcionamiento determinará la división en tres sistemas:
-
Sistema inconsciente
-
Sistema preconsciente
-
Sistema consciente
En su concepción topográfica del
psiquismo Freud propone la presencia de tres instancias psíquicas de la
siguiente manera:
Sistema Consciente:
Freud no se esfuerza
demasiado por caracterizar la conciencia, dado que la adecua a lo que los
filósofos y el mismísimo "saber popular" consideran al respecto.
La
conciencia está asociada a la percepción y cumple una función selectiva,
acomodando, eludiendo, modificando y/o filtrando los estímulos provenientes
tanto del mundo exterior como del interior.
Sistema Pre-consciente:
Es una instancia
cuyos contenidos no están en la conciencia pero son susceptibles de acceder a
ella.
Sistema Inconsciente:
Constituye el gran
descubrimiento freudiano. El inconsciente es un sistema psíquico cuyos
contenidos no tienen acceso a la conciencia, al menos no sin esfuerzo por
nuestra parte, (aunque pueden acceder espontáneamente de forma arrasadora como
sucede en los estados psicóticos) porque han sido reprimidos y encuentran una
resistencia cada vez que intentan acceder a la conciencia.
Estos contenidos
inconscientes son representantes de las pulsiones primitivas: lo heredado, lo
rechazado, los instintos.
Características y modos de funcionamientos de los sistemas
Inc. Preconsc. Consc.
Sistema consciente:
En el extremo
sensible (polo perceptivo) se encuentra un sistema encargado en recibir las
percepciones sensoriales, en el otro extremo el polo motor que es el encargado
de decidir el acceso a la motilidad.
La dirección de
este aparato va del polo perceptivo al polo motor.
Ahora bien,
estas percepciones dejan en nosotros una huella mnémica duradera que
adscribiremos a la función de la memoria.
Tenemos dos
funciones distintas, acoger o recibir constantemente percepciones y retener las
impresiones de las mismas en huellas duraderas. Estas dos funciones las
distribuiremos en dos sistemas distintos, uno anterior que carece de toda
memoria, o sea que no conserva nada de los estímulos de la percepción, y otro
que transforma esta momentánea excitación sensorial en huellas mnémicas
duraderas.
Decíamos que el primero de estos
sistemas es el sistema consciente, y según cómo estén enlazadas estas huellas
mnémicas entre sí en la memoria formarán distintos sistemas mnémicos.
El primero será el asociativo por
simultaneidad (inconsciente), y los sistemas posteriores representarán otro
distinto orden, por ejemplo las relaciones de analogía (preconsciente).
Por lo tanto nuestros recuerdos
son inconscientes entre sí, y despliegan sus efectos justamente por estar en
ese estado. Algunos de estos recuerdos por un proceso en particular podrán
acceder a la consciencia. Otros casi nunca podrán hacerse conscientes, sobre
todo los recuerdos de nuestra primera infancia, y fundamentalmente los
vinculados a nuestra vida sexual infantil. Hay a su vez una instancia crítica
que está ubicada a manera de pantalla o de barrera entre el sistema
inconsciente por una parte y los sistemas preconsciente-consciente por la otra.
El sistema inconsciente no
comunica con la consciencia sino sólo por el sistema preconsciente y cualquier
proceso inconsciente que acceda a la consciencia, podrá hacerlo bajo
determinadas condiciones, impuestas por la censura, y siempre que el sistema
preconsciente le destine lo que llamamos carga de atención.
Cualquier acto
psíquico pasa por dos estados o fases entre los cuales se haya intercalado una
especie de examen (censura). Tenemos entonces por un lado el sistema
inconsciente y por otro el sistema preconsciente-consciente.
En el primer
estado decimos que un acto es inconsciente y forma parte de este sistema.
Siempre y cuando pase la prueba de la censura pasará al segundo estado. Si es
rechazado por ésta decimos que ha sido reprimido y permanece inconsciente.
Cualquier acto preconsciente, no es de por sí consciente sino susceptible de
serlo. Ahora bien, la existencia en todos nosotros de una censura, hace que
nuestro yo consciente desconozca gran parte de nuestros proyectos psíquicos, y
ese desconocimiento es, por así decirlo, tendencioso.
Como decía, no
es que no nos acordemos de nuestra infancia porque en ella no estaba
desarrollada todavía la capacidad mnémica.
A pesar de que
el chico ya ha adquirido la capacidad de organización preconsciente, ha
accedido al lenguaje, ha adquirido la capacidad verbal de expresión de sus
deseos, llega un momento en el desarrollo sexual infantil o a la curiosidad
infantil. Este es un fenómeno u olvido tendencioso, en última instancia,
impuesto desde afuera (cultura), aunque ya desde ese momento actúa desde
adentro, dado que corresponde a una cierta tendencia heredada dentro de la
constitución del aparato psíquico.
Es la
represión, de toda la sexualidad infantil lo que da lugar a la amnesia
infantil determinada por la censura, que en los sueños aparece
como censura onírica, en el tratamiento psicoanalítico como resistencias y en
términos psicopatológicos se llama represión o defensa.
A partir de ese
momento el aparato psíquico deja de ser una formación más o menos coherente, se
produce una incoherencia básica, por lo tanto se consolida las condiciones del conflicto
dinámico, y la estructuración de los distintos sistemas, con modos de
funcionamiento e intereses opuestos.
Esto no
significa que antes de ese momento no haya ningún conflicto ni determinadas
formas de defensas, pero es oportuno recordar que el chico hasta ese momento
manifiesta más o menos directamente lo que son sus deseos y particularmente sus
deseos incestuosos, o sea todo aquello que Freud comprende bajo la denominación
de Complejo
de Edipo.
Es a partir de
los cuatro o cinco años, con la entrada al periodo de la latencia que el
aparato psíquico pierde esa unidad, esa coherencia y se empieza a producir una
incongruencia interna, que hace que aquello que era vivido con sensaciones de
placer, por ejemplo se transforme en angustioso. Se produce un cambio
cualitativo, lo que era placentero se transforma angustioso. Es decir lo que
sería placer para un sistema es displacer para otro a partir de ese momento.
Según Laplanche
y Pontalis la represión es “una operación por medio de la cual el sujeto
intenta rechazar o mantener en el inconsciente representaciones (pensamiento,
imágenes, recuerdos) ligados a una pulsión (susceptible de provocar por sí
misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras
exigencias”.
Decíamos
entonces que todo acto “reprimido” puede no llegar a la consciencia y seguir
siendo inconsciente. Si lo postulamos desde lo económico, a una representación
se le sustrae la carga o catexis preconsciente, con lo cual conserva su catexis
inconsciente o bien se sustituye una catexis preconsciente por una
inconsciente.
Por otro lado se
admite la existencia de una contra-carga o contra-catexis por medio de la cual
el sistema preconsciente se protege sobre la posible irrupción de una
representación inconsciente.
Volviendo al concepto
de censura, Laplanche y Pontalis señalan que “la función que tiende a
impedir, a los deseos inconscientes y a las formaciones que de ellos derivan el
acceso al sistema preconsciente-consciente”. La censura por lo tanto se halla
en el mismo origen de la represión.
La distinción
entre un acto psíquico inconsciente y uno preconsciente sólo puede establecerse
después de la intervención de la censura.
Por el término
censura, tenemos que entender sólo un término útil para caracterizar una
relación dinámica.
Esta censura, va
dirigida contra tendencias consideradas reprensibles e indecentes desde el
punto de vista social, moral y estético, tendencias que no obedecen más que a
las exigencias del instinto sexual. Habría también una pequeña censura entre el
sistema preconsciente y consciente, pero casi carente de la rigurosidad dado
que cualquier representación preconsciente puede fácilmente acceder a la
conciencia, siempre y cuando, como dijimos anteriormente, se les destine cierta
carga de atención.
Sistema inconsciente
Tendríamos dos
maneras de entender el concepto de inconsciente desde el punto de vista
descriptivo, es decir por un lado son inconscientes todos los contenidos,
representaciones, etc., que no están presentes en el campo de la consciencia en
un momento dado.
Desde este punto
de vista también estaría incluido el sistema preconsciente ya que también son
contenidos que podrían tener cualidad de consciencia o sea que descriptivamente
están fuera del campo de la misma.
La otra forma de
entender lo inconsciente es desde el punto de vista sistemático, o sea el
sistema inconsciente, que está determinado por la acción de la represión, que hace que aquellas
representaciones que sufren dicha acción entren a formar parte de una
organización diferente de la organización preconsciente, con leyes articulares
de funcionamiento. Por lo tanto describir al inconsciente como sistema implica
describirlo en su sentido tópico, dentro de la primera teoría freudiana del
aparato psíquico así como también desde su aspecto dinámico, ya que por la
acción de la represión estarán dadas las condiciones para el conflicto.
Según Laplanche
y Pontalis, la represión es “una operación por medio de la cual el sujeto
intenta rechazar o mantener en el inconsciente (pensamientos, imágenes,
recuerdos), ligados a una pulsión. La represión se produce en aquellos casos en
que la satisfacción de una pulsión (susceptible de provocar placer por sí
misma), ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras
exigencias”.
De acuerdo a
esta definición también vemos que se incluye el factor económico, ya que la represión
se ejerce sobre elementos que están ligados a una pulsión, que es la que aporta
la carga o la energía o factor cuantitativo. Esta pulsión por lo tanto tenderá
a descargarse por medio de un objeto, con la finalidad de suprimir el estado de
tensión, creado por ese factor cuantitativo.
Tenderá de un
modo general a la consecución del placer, o sea a la disminución de las
cantidades de excitación, pero justamente a partir de la acción de la represión
lo que va a ser placentero para un sistema psíquico, será displacentero para
otro (conflicto).
A su vez este
sistema va a tener un modo de funcionamiento particular, es lo que denominamos “procesos
psíquicos primarios”. Estos son los que van a definir nuestra forma de
pensar inconsciente. Sería un modo de funcionamiento que no está de acuerdo a
nuestra lógica habitual, todos los contenidos o pensamientos que funcionan bajo
nuestra lógica habitual, al ser reprimidos padecen una transformación y pasan a
funcionar de acuerdo al proceso primario, con mecanismos tales como
desplazamiento y condensación.
La noción de desplazamiento está dado por la
comprobación clínica de una posible independencia de la representación y el
afecto o sea que una representación puede transmitir su magnitud de carga a
otra representación. Es decir, la energía cargada sobre una representación es
susceptible de sustraerse de ella para aplicarse a otras representaciones,
vinculadas a la primera.
Esta posibilidad
está dado porque en el sistema inconsciente, la energía –o las cargas- fluye
libremente, es decir que tienen a carga libremente, las experiencias ligadas a
la satisfacción, y por lo tanto constitutivas del deseo, (alucinación
primitiva).
La condensación a su vez reúne de una sola
representación un gran número de series de asociaciones, o sea que esta
representación recibe la carga energética que se halla vinculada a diversas
series asociativas. Si tomamos una imagen onírica, una persona puede estar
condensando varios personajes de los pensamientos preconscientes. Tener, por ejemplo,
la cara de una persona, el nombre de otra, usar el traje que acostumbraba
llevar una tercera persona, y sin embargo el sujeto del sueño sabe que se trata
de una cuarta persona. En estos personajes están así condensadas varias
personas que corresponde a diversas series de asociaciones, a distintos
pensamientos o ideas preconscientes.
Es de destacar
que el fenómeno de la condensación
es favorecido por el proceso o mecanismo del desplazamiento.
Otra
característica de los procesos del sistema inconsciente es el hecho de ser
atemporales.
“Los procesos
del sistema inconsciente se hallan fuera del tiempo, esto es, no aparecen
ordenados cronológicamente del placer, sino también al principio de realidad,
es decir que no se busca la satisfacción inmediata del deseo sino la
postergación en la satisfacción de los mismos (deseos), de acuerdo con las
condiciones imperantes en el mundo externo.
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