viernes, 23 de octubre de 2015

El aparato psíquico: primera tópica



Aparato psíquico: vertiente dinámica

Primera tópica 



La primera estructuración del aparato psíquico que Freud plantea en el capítulo VII de su obra “La interpretación de los sueños”, del año 1900, este aparato idealmente desarrollado está conceptualizado en formas de distintas organizaciones de huellas mnémicas, como un aparato reflejo donde habría un extremo sensible y un extremo motor.

Esta particular organización de huellas mnémicas en virtud de cierta organización cronológica y de distintos modos de funcionamiento determinará la división en tres sistemas:
-          Sistema inconsciente
-          Sistema preconsciente
-          Sistema consciente

En su concepción topográfica del psiquismo Freud propone la presencia de tres instancias psíquicas de la siguiente manera:

Sistema Consciente: 

Freud no se esfuerza demasiado por caracterizar la conciencia, dado que la adecua a lo que los filósofos y el mismísimo "saber popular" consideran al respecto. 
La conciencia está asociada a la percepción y cumple una función selectiva, acomodando, eludiendo, modificando y/o filtrando los estímulos provenientes tanto del mundo exterior como del interior.

Sistema Pre-consciente: 

Es una instancia cuyos contenidos no están en la conciencia pero son susceptibles de acceder a ella.

Sistema Inconsciente: 

Constituye el gran descubrimiento freudiano. El inconsciente es un sistema psíquico cuyos contenidos no tienen acceso a la conciencia, al menos no sin esfuerzo por nuestra parte, (aunque pueden acceder espontáneamente de forma arrasadora como sucede en los estados psicóticos) porque han sido reprimidos y encuentran una resistencia cada vez que intentan acceder a la conciencia. 
Estos contenidos inconscientes son representantes de las pulsiones primitivas: lo heredado, lo rechazado, los instintos.


Características y modos de funcionamientos de los sistemas Inc. Preconsc. Consc.

Sistema consciente:

En el extremo sensible (polo perceptivo) se encuentra un sistema encargado en recibir las percepciones sensoriales, en el otro extremo el polo motor que es el encargado de decidir el acceso a la motilidad.
La dirección de este aparato va del polo perceptivo al polo motor.
Ahora bien, estas percepciones dejan en nosotros una huella mnémica duradera que adscribiremos a la función de la memoria.
Tenemos dos funciones distintas, acoger o recibir constantemente percepciones y retener las impresiones de las mismas en huellas duraderas. Estas dos funciones las distribuiremos en dos sistemas distintos, uno anterior que carece de toda memoria, o sea que no conserva nada de los estímulos de la percepción, y otro que transforma esta momentánea excitación sensorial en huellas mnémicas duraderas.

Decíamos que el primero de estos sistemas es el sistema consciente, y según cómo estén enlazadas estas huellas mnémicas entre sí en la memoria formarán distintos sistemas mnémicos.
El primero será el asociativo por simultaneidad (inconsciente), y los sistemas posteriores representarán otro distinto orden, por ejemplo las relaciones de analogía (preconsciente).
Por lo tanto nuestros recuerdos son inconscientes entre sí, y despliegan sus efectos justamente por estar en ese estado. Algunos de estos recuerdos por un proceso en particular podrán acceder a la consciencia. Otros casi nunca podrán hacerse conscientes, sobre todo los recuerdos de nuestra primera infancia, y fundamentalmente los vinculados a nuestra vida sexual infantil. Hay a su vez una instancia crítica que está ubicada a manera de pantalla o de barrera entre el sistema inconsciente por una parte y los sistemas preconsciente-consciente por la otra.
El sistema inconsciente no comunica con la consciencia sino sólo por el sistema preconsciente y cualquier proceso inconsciente que acceda a la consciencia, podrá hacerlo bajo determinadas condiciones, impuestas por la censura, y siempre que el sistema preconsciente le destine lo que llamamos carga de atención.

Cualquier acto psíquico pasa por dos estados o fases entre los cuales se haya intercalado una especie de examen (censura). Tenemos entonces por un lado el sistema inconsciente y por otro el sistema preconsciente-consciente.
En el primer estado decimos que un acto es inconsciente y forma parte de este sistema. Siempre y cuando pase la prueba de la censura pasará al segundo estado. Si es rechazado por ésta decimos que ha sido reprimido y permanece inconsciente. Cualquier acto preconsciente, no es de por sí consciente sino susceptible de serlo. Ahora bien, la existencia en todos nosotros de una censura, hace que nuestro yo consciente desconozca gran parte de nuestros proyectos psíquicos, y ese desconocimiento es, por así decirlo, tendencioso.
Como decía, no es que no nos acordemos de nuestra infancia porque en ella no estaba desarrollada todavía la capacidad mnémica.
A pesar de que el chico ya ha adquirido la capacidad de organización preconsciente, ha accedido al lenguaje, ha adquirido la capacidad verbal de expresión de sus deseos, llega un momento en el desarrollo sexual infantil o a la curiosidad infantil. Este es un fenómeno u olvido tendencioso, en última instancia, impuesto desde afuera (cultura), aunque ya desde ese momento actúa desde adentro, dado que corresponde a una cierta tendencia heredada dentro de la constitución del aparato psíquico.
Es la represión, de toda la sexualidad infantil lo que da lugar a la amnesia infantil determinada por la censura, que en los sueños aparece como censura onírica, en el tratamiento psicoanalítico como resistencias y en términos psicopatológicos se llama represión o defensa.
A partir de ese momento el aparato psíquico deja de ser una formación más o menos coherente, se produce una incoherencia básica, por lo tanto se consolida las condiciones del conflicto dinámico, y la estructuración de los distintos sistemas, con modos de funcionamiento e intereses opuestos.
Esto no significa que antes de ese momento no haya ningún conflicto ni determinadas formas de defensas, pero es oportuno recordar que el chico hasta ese momento manifiesta más o menos directamente lo que son sus deseos y particularmente sus deseos incestuosos, o sea todo aquello que Freud comprende bajo la denominación de Complejo de Edipo.
Es a partir de los cuatro o cinco años, con la entrada al periodo de la latencia que el aparato psíquico pierde esa unidad, esa coherencia y se empieza a producir una incongruencia interna, que hace que aquello que era vivido con sensaciones de placer, por ejemplo se transforme en angustioso. Se produce un cambio cualitativo, lo que era placentero se transforma angustioso. Es decir lo que sería placer para un sistema es displacer para otro a partir de ese momento.

Según Laplanche y Pontalis la represión es “una operación por medio de la cual el sujeto intenta rechazar o mantener en el inconsciente representaciones (pensamiento, imágenes, recuerdos) ligados a una pulsión (susceptible de provocar por sí misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras exigencias”.

Decíamos entonces que todo acto “reprimido” puede no llegar a la consciencia y seguir siendo inconsciente. Si lo postulamos desde lo económico, a una representación se le sustrae la carga o catexis preconsciente, con lo cual conserva su catexis inconsciente o bien se sustituye una catexis preconsciente por una inconsciente.
Por otro lado se admite la existencia de una contra-carga o contra-catexis por medio de la cual el sistema preconsciente se protege sobre la posible irrupción de una representación inconsciente.
Volviendo al concepto de censura, Laplanche y Pontalis señalan que “la función que tiende a impedir, a los deseos inconscientes y a las formaciones que de ellos derivan el acceso al sistema preconsciente-consciente”. La censura por lo tanto se halla en el mismo origen de la represión.
La distinción entre un acto psíquico inconsciente y uno preconsciente sólo puede establecerse después de la intervención de la censura.
Por el término censura, tenemos que entender sólo un término útil para caracterizar una relación dinámica.
Esta censura, va dirigida contra tendencias consideradas reprensibles e indecentes desde el punto de vista social, moral y estético, tendencias que no obedecen más que a las exigencias del instinto sexual. Habría también una pequeña censura entre el sistema preconsciente y consciente, pero casi carente de la rigurosidad dado que cualquier representación preconsciente puede fácilmente acceder a la conciencia, siempre y cuando, como dijimos anteriormente, se les destine cierta carga de atención.

Sistema inconsciente

Tendríamos dos maneras de entender el concepto de inconsciente desde el punto de vista descriptivo, es decir por un lado son inconscientes todos los contenidos, representaciones, etc., que no están presentes en el campo de la consciencia en un momento dado.
Desde este punto de vista también estaría incluido el sistema preconsciente ya que también son contenidos que podrían tener cualidad de consciencia o sea que descriptivamente están fuera del campo de la misma.

La otra forma de entender lo inconsciente es desde el punto de vista sistemático, o sea el sistema inconsciente, que está determinado por la acción de la represión, que hace que aquellas representaciones que sufren dicha acción entren a formar parte de una organización diferente de la organización preconsciente, con leyes articulares de funcionamiento. Por lo tanto describir al inconsciente como sistema implica describirlo en su sentido tópico, dentro de la primera teoría freudiana del aparato psíquico así como también desde su aspecto dinámico, ya que por la acción de la represión estarán dadas las condiciones para el conflicto.
Según Laplanche y Pontalis, la represión es “una operación por medio de la cual el sujeto intenta rechazar o mantener en el inconsciente (pensamientos, imágenes, recuerdos), ligados a una pulsión. La represión se produce en aquellos casos en que la satisfacción de una pulsión (susceptible de provocar placer por sí misma), ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras exigencias”.
De acuerdo a esta definición también vemos que se incluye el factor económico, ya que la represión se ejerce sobre elementos que están ligados a una pulsión, que es la que aporta la carga o la energía o factor cuantitativo. Esta pulsión por lo tanto tenderá a descargarse por medio de un objeto, con la finalidad de suprimir el estado de tensión, creado por ese factor cuantitativo.
Tenderá de un modo general a la consecución del placer, o sea a la disminución de las cantidades de excitación, pero justamente a partir de la acción de la represión lo que va a ser placentero para un sistema psíquico, será displacentero para otro (conflicto).
A su vez este sistema va a tener un modo de funcionamiento particular, es lo que denominamos “procesos psíquicos primarios”. Estos son los que van a definir nuestra forma de pensar inconsciente. Sería un modo de funcionamiento que no está de acuerdo a nuestra lógica habitual, todos los contenidos o pensamientos que funcionan bajo nuestra lógica habitual, al ser reprimidos padecen una transformación y pasan a funcionar de acuerdo al proceso primario, con mecanismos tales como desplazamiento y condensación.

La noción de desplazamiento está dado por la comprobación clínica de una posible independencia de la representación y el afecto o sea que una representación puede transmitir su magnitud de carga a otra representación. Es decir, la energía cargada sobre una representación es susceptible de sustraerse de ella para aplicarse a otras representaciones, vinculadas a la primera.

Esta posibilidad está dado porque en el sistema inconsciente, la energía –o las cargas- fluye libremente, es decir que tienen a carga libremente, las experiencias ligadas a la satisfacción, y por lo tanto constitutivas del deseo, (alucinación primitiva).

La condensación a su vez reúne de una sola representación un gran número de series de asociaciones, o sea que esta representación recibe la carga energética que se halla vinculada a diversas series asociativas. Si tomamos una imagen onírica, una persona puede estar condensando varios personajes de los pensamientos preconscientes. Tener, por ejemplo, la cara de una persona, el nombre de otra, usar el traje que acostumbraba llevar una tercera persona, y sin embargo el sujeto del sueño sabe que se trata de una cuarta persona. En estos personajes están así condensadas varias personas que corresponde a diversas series de asociaciones, a distintos pensamientos o ideas preconscientes.

Es de destacar que el fenómeno de la condensación es favorecido por el proceso o mecanismo del desplazamiento.

Otra característica de los procesos del sistema inconsciente es el hecho de ser atemporales.

“Los procesos del sistema inconsciente se hallan fuera del tiempo, esto es, no aparecen ordenados cronológicamente del placer, sino también al principio de realidad, es decir que no se busca la satisfacción inmediata del deseo sino la postergación en la satisfacción de los mismos (deseos), de acuerdo con las condiciones imperantes en el mundo externo.

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