sábado, 12 de marzo de 2016

Psicopatología psicoanalítica: introducción (primera parte)



Psicopatología psicoanalítica


resultado de la imagen de imagenes divanes psicoanaliticos clasicosLas premisas teóricas freudianas, tanto en lo que respecta al campo de la normalidad en “Interpretación de los sueños” y Psicopatología de la vida cotidiana”; como en el campo patológico propiamente dicho, en que los historiales clínicos de Freud conforman un ejemplo de trabajo psicopatológico válido.

Antes decíamos que el nuestro es el campo psicoanalítico, por tanto contempla la existencia de una instancia psíquica más allá de la consciencia, (metapsicología). 

Aceptamos la postulación freudiana del Edipo, y entendemos la enfermedad mental atendiendo al concepto de Series complementarias.

En una psicopatología psicoanalítica no hay lugares fijos, no hay una delimitación precisa entre salud y enfermedad, entendemos estos conceptos conforme a un modelo analógico a la cinta de Moebius, un continuo, sin principio ni fin, no un segmento. Y a la vez como un todo, sin un afuera y un adentro, una dinámica.

Concepto de psicopatología para Freud

Para Freud, el término “psicopatología” alude a todas aquellas formaciones que se producen en el discurso, lapsus, olvidos, cuyas características son similares a los síntomas y al sueño, y que se presentifican, permiten de ese saber sin sujeto que llamó inconsciente. 
De esta manera, la “psicopatología” está estrechamente vinculada a la determinación inconsciente, del mismo modo como la clínica freudiana no puede ser separada del concepto de transferencia. 


Dentro de la psicopatología, entonces, se incluyen todas las formaciones del inconsciente, tales como:
  • la psicopatología de la vida cotidiana, 
  • lapsus, 
  • olvidos, 
  • equivocaciones en la escritura, 
  • los sueños, 
  • alucinaciones y 
  • síntomas, 
ya que para Freud era imposible descartar aquello que se encuentra en el tratamiento de los neuróticos para una teoría general del sujeto. 

Imposible sería en caso contrario la articulación de esta teoría general, si la diferencia que separa a estos pacientes de los otros fuese cualitativa.

El inconsciente

Al hablar de psicopatología dijimos determinación inconsciente.

Es necesario no perder de vista que el inconsciente trabaja y su meta es la realización de deseos.

Y ello produce transformaciones a los fines pulsionales.

La “pulsión” que es el límite entre lo somático y lo psíquico, implica la articulación de dos órdenes distintos, la vida psíquica sólo conoce la pulsión a través de sus representantes.

Y el sueño, como realización encubierta de deseos, es una afirmación que no puede separarse del concepto de inconsciente.
Rápidamente el sueño  es relacionado en la obra freudiana con la neurosis y la psicosis.

El sueño en los neuróticos

El sueño es relacionado en la obra de Freud con la neurosis por cuanto tienen en común ser una satisfacción de compromiso, al igual que el síntoma que aparece en la neurosis, porque en ambos existe una realización alucinada del deseo. Vemos que el inconsciente, realización y deseo son tres conceptos que se ordenan y se correlacionan respectivamente. 

En el texto “La interpretación del los sueños” Freud dice: “El cumplimiento de un deseo tendría que ser, por cierto, causa de placer, pero ¿Para quién? Naturalmente para quien tiene ese deseo. 

Pero sabemos que el que sueña mantiene con sus deseos relaciones totalmente particulares: los rechaza, los censura, en una palabra, no los quiere. Su realización no puede procurarle placer, por el contrario, la experiencia muestra que se presenta bajo la forma de angustia. En relación con los deseos de su sueño, el que sueña funciona como dos personas unidas, sin embargo, por una gran comunidad.

El deseo se inscribe en una relación intersubjetiva.

Si tomamos como modelo la primera experiencia de satisfacción, el deseo puede ser definido como el movimiento que se produce desde el displacer (que es actual) hacia el placer (esperado).

A través de sus formaciones, ello (eso)  habla.

En el tratamiento psicoanalítico, en la sesión, más que atribuirle al analista un saber al que rápidamente se acopla el paciente, de lo que se trata es de adjudicarle un sujeto a un saber (el del inconsciente). 

Algo así como permitir que emerja a través del discurso del paciente, aquella parte de él que goza por medio de sus formaciones (síntomas, sueños, lapsus, etc.)
Llegados a este punto, es posible decir,
Llegados a este punto, es posible decir, que se ha superado una inversión en cuando a los comienzos de la psicopatología como rama de la clínica psiquiátrica, donde se privilegia la mirada, el “ojo clínico”, que permitiría el diagnostico, la inclusión del paciente como portador de una enfermedad dentro de una categoría nosográfica determinada. Y su palabra carecia de sentido, y por lo tanto no era escuchada, ya que la función del ojo que escrutaba buscaba más allá de su cuerpo vivo y sufriente, la lesión orgánica, que cadáver descubriría.
Hemos retrocedido en el tiempo hasta la concepción anatomoclínica. Metafórica y casi lateralmente, es su silenciamiento el que permitirá encontrar la causa que provoca sus síntomas.
Y siguiendo aquello de que “no hay ciencia sino de lo general”, tal como preconizaba Aristóteles, era necesario dejar de lado lo específicamente particular en cada caso y hallar aquello que era común a un grupo de anomalías. Así, a costas del enfermo, que era poco menos que un obstáculo puesto que con sus peculiaridades no hacía sino oscurecer el cuadro, los rendimientos anómalos  que posibilitaron la descripción de regularidades observables patológicas o de ruptura con una regularidad, conformando el basamento de la  psicopatología tradicional.

Psicopatología tradicional

1.   Fracturas bruscas en la continuidad del devenir (esquizofrenia)

2.   Formas básicas de enfermedad (psicosis clínicas)

3.   Descensos del nivel medio (demencias, oligofrenias)

Se configuraron de esta manera cuadros nosológicos sobre la base de algunas cristalizaciones conductales típicas de cuya descripción en detalle, y por intermedio de un lenguaje especifico se ocupa la semiología. 

Este ordenamiento permitía orientarse entre, al decir de Jasper, “los rendimientos observados” y las “vivencias comunicadas”. 

Al mismo tiempo se enfatizó, dentro de los aspectos más neurotizados, más primitivos de la conducta, lo que posibilitó la investigación de aquellas perturbaciones que aun a pesar de la enorme complejidad y riqueza como se manifiesta, están vinculadas a alteraciones profundas en el contacto con la realidad.
Rafael Paz señala el peligro que representa la naturalidad de tales configuraciones sintomáticas típicas, “esto es característico de cierta actitud nosografista que encuentra la “specie morbosa” ideal en la P.G.P. y que enraíza en un modelo de pensamiento médico para el cual la verdad, en cuanto realidad última, reside en lo corporal. Los otros niveles de determinación son considerados como superestructurales en el sentido de menos significativos, y no relevantes en última instancia. En síntesis, un reduccionismo biologista”.

Ya hemos visto que esta actitud reposa en el privilegio otorgado a la mirada, y junto con ella el tacto, que puede atravesar la opacidad del cuerpo, cuya muerte iluminara develando el misterio que la vida ocultaba. Mirada que cosifica puesto que sólo busca reconocer un locus, o el síndrome a través de la multiplicidad de los fenómenos; si el síntoma “habla”, el ojo no escucha y el desencuentro es total. Aislado cada uno en su universo, el “enfermo mental” y el médico representan cada uno la locura y la razón, respectivamente. Y por ser únicamente sinrazón, la locura no tiene sentido y la razón del médico no puede ser otra cosa que impotencia.

Algo de historia

Pero es justamente a causa de su impotencia frente a aquellos trastornos denominados “nerviosos” que en la década que va desde 1880 a 1890 van desarrollándose una seria de rasgos en la medicina psicología, donde empieza a desplazarse el acento del ojo al oído como órgano de conocimiento.

Estos rasgos podrían enumerarse de esta forma:
Interés por las neurosis: 
1.    en particular por la histérica Anna O., fue el primer caso tratado por Breuer entre los años 1880 y 1882. 
2.    En la “Histeria”, de 1895 de Breuer y Freud es publicada la observación que Freud conocía desde hacía tiempo. Lo que quisiéramos recalcar aquí, en consonancia con lo que veníamos diciendo, es que esta joven de 21 años, histérica, que presentaba una serie de síntomas clínicos, que comenzaron mientras cuidaba a su padre de una enfermedad –por la que murió-, pronuncia, durante sus ausencia en el tratamiento, palabras que Breuer va a utilizar cuando la sume en estado hipnótico. Breuer oye estas palabra que parecen vincularse con cuestiones muy íntimas para el paciente. Y utilizándolas como estimulo, bajo hipnosis la paciente las explicitan y recuerda sucesos olvidados y el síntoma desaparece.
Interés por la hipnosis
·      Se utiliza la hipnosis como medio de investigación
·      En Francia, J.M. Charcot, profesor de clínica de los enfermos del sistema nervioso en 1882, publicó un informe sobre los estados nerviosos que habían podido ser aislados de la hipnosis de los histéricos, tales como la letargia, catalepsia, sonambulismo, etc. Para este investigador tales estados sólo podían observarse con total nitidez en los histéricos.
·      La histeria y la hipnosis fueron objeto de muchos trabajos.
·      En sus clases, entre 1884 y 1885, Charcot muestra las relaciones entre las parálisis histéricas y los traumatismos emocionales, las ideas y las preocupaciones que el enfermo presentaba en relación con su traumatismo físico.
·      Se adhiere a esta concepción el alemán Moebius (1888).
·      Para Berheim, de la Escuela de Nancy, cuya orientación era más clínica y terapéutica, la hipnosis, se apoya en una credulidad que es natural a las personas, por la cual éstas pueden ser fácilmente hipnotizadas.
·      Más que por los problemas psicológicos y su conceptualización teórica, a Bernheim le interesan los efectos prácticos y terapéuticos que la sugestión. Y el critica las tres fases hipnóticas descriptas por Charcot y la escuela de Salpetriere, señalando que es un hipnotismo de cultura.
Acción patógena de los recuerdos
Ø Descubrimiento de la acción patógena de los recuerdos inconscientes de acontecimientos traumáticos.
Ø Los primeros estudios de Pierre Janet, entre 1886 y 1889, demuestran la acción patógena de los recuerdos olvidados de acontecimientos ligados a emociones violentas. En su obra “Automatismo psicológico” de 1889, señala que el recuerdo traumático no puede ser revivido en estado de vigilia, sino solamente si se hipnotiza al enfermo; cuando los síntomas del paciente permitían sospechar la existencia de lagunas, lo que el tratamiento perseguía era determinar si los sueños, el sonambulismo, las escrituras automáticas, no actualizaban los recuerdos ocultos.
Terapéutica
ü La hipnosis, la sugestión y la catarsis ejercen acción terapéutica.
ü El psicoanálisis surgirá de aquellos sectores de la patología que constituyeran el residuo marginal de la psicopatología y neurología clásicas (Paz).

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