miércoles, 30 de marzo de 2016

Salud y enfermedad: La melancolía en los siglos XVI al XVIII




Un poco de historia de la salud y enfermedad


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En el siglo XVIII incorpora a la histeria y a la hipocondría al grupo de las enfermedades del género nervioso. 

Y estos cuadros se han ido configurando, así como la melancolía y la manía, no de la observación de los síntomas, sino de la atribución de elementos imaginarios que se autonomizan de un primitivo sustrato fisiológico.

Las cualidades que se van trasladando desde una determinada teoría explicativa, como la teoría humoral, al fenómeno mismo, por ejemplo el delirio, está claramente ilustrada por los desplazamientos que se dan en una entidad clínica como la melancolía, entre los siglos XVI y XVIII.



La melancolía en el siglo XVI
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Para el siglo XVI, la melancolía se caracterizaba y definía por un síntoma y el sentido se desprendía del término con que se la calificaba.

El síntoma es el delirio parcial, y el sentido de ese delirio será el color de ese delirio. 

La observación de lo que decía, y del temor de los melancólicos permitía inferir que la razón no está comprometida totalmente. Y de hecho, la observación demostraba que fuera de la idea delirante, los demás sentidos del melancólico no estaban comprometidos.

El humor negro de ese delirio es producto de la acción de un líquido corporal que es la bilis negra

Vemos que estas dos características aparecen, si bien superpuestas, son producto de dos elementos distintos: Por un lado el síntoma y por el otro el color que lo caracteriza, resultado del accionar del líquido corporal comprometido.
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La melancolía en el siglo XVIII

En el siglo XVIII, el síntoma y la coloración habrán logrado la unidad. 

Lo que antes eran propiedades de la sustancia, la bilis negra, que además del color característico era también fría, ahora pasa a ser propiedades del delirio. Este será negro y frío. 

Lo que entonces explica el miedo y la tristeza del melancólico, médico de medio siglo, citado por Foulcault, Dufour enfatiza justamente en su definición de la entidad nosológica, la tristeza y el miedo, lo que explica que gusten de la soledad a partir de la cual se adhieren con mayor intensidad al objeto de su delirio.

Y a esta unidad que logra el siglo XVIII, es el resultado de las discusiones que se entablaron en el siglo anterior.

Hasta los inicios del siglo XVII, la melancolía se explicaba por acción de los humores del cuerpo; para el caso especial que nos ocupa, el responsable era el humor melancólico, que entre sus caracteres reunía el de ser: Espeso en consistencia y frío y seco entre las cualidades de su temperamento.

La melancolía en el siglo XVII

La discusión que se desarrolla en el siglo XVII es si es la sustancia la que actúa directamente para determinar la enfermedad o si en realidad lo que se transmite son las cualidades de la substancia. Así se reemplaza la bilis negra, sustancia responsable de la enfermedad, por sus cualidades que, sin necesidad de ningún argumento, se transmite del cuerpo al alma.

De esta manera la frialdad será la responsable de la disminución de la “cantidad de los espíritus” en los melancólicos; la sequedad otorgará la capacidad de mantener una imaginación persistente en el melancólico, y la negrura será la que priva de la claridad y de la sutileza de pensar.
Hasta ahora vemos que las cualidades se liberaron de la sustancia, adquieren autonomía para pasar inmediatamente a erigirse en organizadoras e integradoras de la noción de melancolía.
Son estas cualidades las que, dice Foulcault, va a ir definiendo en este siglo, un cierto perfil de la tristeza, de la negrura, de la lentitud, de la inmovilidad de los melancólicos.

Hasta entonces, el agente causal pertenece al dominio de la fisiología; en el siglo XVIII lo patológico se ha trasladado a una idea.

Lo que tratamos de recortar es cómo fueron definiendo distintos autores de ese siglo para comprender cómo se va llegando a la síntesis del siglo XVIII, y de dónde provienen las nociones con que se las define.
Willis la define como “una locura sin fiebre ni furor, acompañada de miedo y tristeza” y la explicación está tomada de la teoría de los espíritus.

En la melancolía los espíritus se mueven débilmente y son transportados sin ninguna violencia, y con una característica: la debilidad por lo que el delirio del melancólico será sin movimientos violentos, lo cual será una diferencia importante con otros delirios –como el del furor y la manía. En estos últimos los espíritus tienen una gran rapidez. 

En la melancolía trataría de una melancolía de los espíritus.
Estos espíritus, encargados de transmitir las imágenes de las cosas hacia el cerebro, hacen que en su debilidad para llegar, sólo transmitan esas imágenes en forma oscura y densa, o sea que pesará sobre los objetos la sombra.
Dentro de la definición, entran a jugar también nociones provenientes de la química. La melancolía es análoga a la acción de las partículas de los vapores de la naturaleza ácida, “partículas móviles pero de actividad débil”.

En la manía habría un vapor de naturaleza sulfuroso; y en el frenesí, los efectos de vapores alcohólicos.
Willis se centra para su análisis de la melancolía en la naturaleza de los espíritus y en una química de los humores.
Otra de las “teorías” que intentaba explicar la melancolía es la de los sólidos y líquidos del cuerpo. El cerebro, que es el centro de todas las funciones del organismo, se ve trabado por la fluidez o enlentecimiento de la sangre que, si es demasiado lenta densa en su composición, causará dificultades en la irrigación del cerebro. Esta es la causa del empobrecimiento, de la inmovilidad debida al humor espeso y negro del melancólico.
El movimiento, entonces, que es posible aislar en la evolución, en la historia de la configuración del cuadro patológico, es el siguiente:
1.    Hay una sustancia: la bilis negra (la teoría es la teoría de los humores que posee determinados atributos: frío, espeso, seco, etc.)
2.    Un síntoma específico: delirio parcial (siglo XVI)
3.    El síntoma es definido por las cualidades anteriores que se separan de la sustancia soporte.

4.    El cuadro configura por las cualidades imaginarias que ahora son fijadas en calidad de síntomas a la enfermedad psíquica. 

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