jueves, 28 de abril de 2016

Historia de la psicopatología: la organogénesis dinámica




La organogénesis dinámica

Para Henry Ey, representante de esta escuela la enfermedad mental aporta lo siguiente: 
“…En toda enfermedad mental se supone un componente orgánico o negativo y otro dinámico y positivo, este último proporcionado por el accionar de las fuerzas afectivas e instintivas del inconsciente”.

Se trata de crear un cuerpo doctrinario de explicación que se capaz de integrar lo psíquico y lo orgánico actuando conjunta y dinámica, de tal forma que su acción conjunta produce la enfermedad.

Disolución es el proceso dentro de esta interacción que produce la enfermedad para la escuela dinamista. 

Para esta escuela no hay una psicogenia pura ni una organogenia pura, sino una complementariedad de los procesos somáticos y psíquicos.

Esta corriente afirma que existiría en todo proceso mental dos elementos a considerar:

1- ligado a lo orgánico: constituye la faz negativa, que sería la que en última instancia está produciendo la enfermedad; 
2- una faz positiva que será el intento de restitución por parte de sujeto, o de suplir lo que la enfermedad le quita.

Suponiendo que existan distintos niveles de organización de psiquismo, dada una alteración en el nivel 1 (uno) (de mayor jerarquía) se buscan niveles más primitivos compensatorios de los que no funcionan.
En el caso de producirse una disolución, sea o no de carácter lesional, el nivel anterior intentará suplirlo.
Este funcionamiento más primitivo, más arcaico en cuanto al nivel que está en juego, en la evolución psíquica, es lo que ante el observador aparece como enfermedad mental.

Las leyes que gobiernan este proceso de disgregación son:

a- La evolución sigue un proceso que va desde lo más simple a lo más complejo.

b- La disgregación o disolución (proceso opuestos la evolución o involutivo) va, por el contrario, de lo más complejo a lo más simple.

c- En cualquier perturbación nerviosa que esté gobernada por la ley de disolución, hay que considerar dos factores, uno positivo (hiper-funcionamiento de los niveles inmediatamente inferiores).

Definición de enfermedad mental

La enfermedad mental se define entonces por: “(…) la desorganización del ser psíquico a diversos niveles, siendo condicionada esta desorganización por factores orgánicos”.

Los síntomas que acompañan las alteraciones de origen cerebral, constituyen la pérdida de funciones adquiridas tardíamente que son reemplazadas por otras más primitivas en la constitución del psiquismo.

Esto puede ser ilustrado con el reflejo de Babinsky, signo primitivo que desaparece en la primera infancia cuando se mielinizan las vías corticoespinales, reapareciendo cuando una enfermedad afecta las vías que provienen de la corteza.

Lo que el clínico considera como síntoma no es sino una conducta restitutiva o compensadora del organismo de carácter adaptativa consecutiva o la pérdida de una función.

Estas hipótesis, desarrolladas por Ribot, Mourg, Delay y otros autores, dan lugar al neojacksonismo. 

Sobre estos antecedentes, Claude, Ey y Rouart, establecen los fundamentos del organodinamismo, intentando sintetizar los aportes del jacksonismo con la obra psicoanalítica.

Desde este momento se delimitan los campos de la neurología y la psicopatología.

Neurología: Le compete el estudio de la “disolución de capacidades”

Psicopatología: Se ocupa de la investigación de las disgregaciones, cuyas consecuencias se manifiestan en la regresión e involución de la personalidad.

Para H. Ey el trastorno fundamental que origina la enfermedad mental, es un trastorno negativo de base orgánica. Y señala que entre lo orgánico y lo psíquico se establece un hiato.

La psicogénesis pura, sin una base orgánica que permita el trastorno presente es un mito.
Lo que existiría, según esta concepción, es una mutua complementación de procesos organogenéticos y procesos psicogenéticos.
Ahora bien, esta complementación entre ambos es relativa. 
El factor determinante sigue siendo lo orgánico.

Siempre, para esta concepción existe algún cuantum de predisposición orgánica que es el terreno en el cual la enfermedad se desarrolla.

Los conflictos experienciales no actuarían sino como disparadores de lo que les preexiste como disposición orgánica que llevaría a la enfermedad.

Observando el panorama psicológico y psicopatológico del siglo pasado, es posible encontrar una disposición entre dos corrientes fundamentales:
La psicología de consciencia, por un lado, y por otro la psicología contemporánea.

La psicología de consciencia, ya sea introspeccionista o conductista, se caracteriza por ser:
-mecanicista
-dualista
-elementalista
-a-histórica

Parte del “paralelismo psicofisiológico” que sostiene que entre una y otra serie (conciencia-movimiento) nada hay en común. 
No existe movimiento en la conciencia; nada hay de propósito en el movimiento. 
Y si en el movimiento no hay conciencia, no hay intención consciente, la única probabilidad de explicar científicamente a la acción es la mecánica, o sea la explicación mecanicista de la acción.

La elección de una de estas dos series por las distintas escuelas nos va a dar el panorama histórico de la Psicología de Consciencia.

La conciencia está enfrentada al mundo externo, y entre estos dos términos la única relación posible era la del conocimiento. 
Hay entonces una conciencia cognoscente y un objeto. Y este objeto tiene el status del objeto físico que concibe al estímulo como incondicionalmente estimulante. 
Este estímulo anónimo sólo existe en la Física y no en la Psicología donde lo significativo depende de una historia. Y si el estímulo tiene las características del objeto físico, ello implica también manejarse con estímulos totalmente átomos y no con estímulos que remitan a objetos totales significativos. Lo que es captado por esta consciencia percipiente, inmediatamente debe ser reducido a sus elementos últimos (elementalista) para lograr un conocimiento objetivo del proceso de la percepción en general.
Nos hallamos ante un modelo conceptual que intenta borrar la subjetividad que no hace sino distorsionar al fenómeno. Por lo cual se encuentra imposibilitada de dar cuenta de los fenómenos de su propio ámbito.
La psiquiatría descriptiva, hija dilecta de la Psicología de la Conciencia, no habla de enfermos sino de enfermedades.

Pero la psicología introspeccionista un olvido es el fracaso en la cadena asociativa de la conciencia. Las leyes que esta escuela establece para explicar el por qué se recuerda o no son intrínsecas al hecho en cuestión (no depende de su relación con otros acontecimientos de la historia del sujeto, aquí el valor estaría dada por la interdependencia). Asociación por semejanza, continuidad y contigüidad.

El conductismo explicaría al olvido por una ruptura en la cadena conectiva neuronal.

Si bien Watson niega la conciencia, se mantiene dentro de la concepción y los supuestos de la Psicología de la Conciencia. El no resuelve el dualismo conciencia-movimiento, sino que elimina un término de esta serie: la conciencia. Y al intentar explicar la conducta moviéndose únicamente en el ámbito del sistema nervioso periférico y sus progresivos condicionamiento para dar cuenta de la acción sin recurrir a la corteza cerebral (donde él suponía que funcionaba un sustituto de conciencia), ya no se trata de una posición atomista (y él lo reconoce reiteradamente) sino que apela a una totalidad. Y lo que por contraposición permite ver es que la conducta sólo puede ser explicada cabalmente en tanto encierra una significación, un sentido.

Volviendo al ejemplo del olvido, si éste carece de sentido, es un elemento aislado que no tiene relación alguna con el resto de los comportamientos del sujeto.
Y además de ser un aislamiento aislado no tiene significado, para qué preguntarse por el proceso psíquico que lleva al sujeto al olvido.
Hasta ese momento se coleccionaban síntomas. De pronto estos síntomas presentan una estructura solidaria que los abarca.
Que el todo es más que la suma de las partes es patrimonio de la Psicología Gestáltica, pero ésta concibe la estructura como sincrónica.
Por lo tanto un olvido, o una paranoia, tiene que ver con una respuesta por parte del individuo a una situación vital presente, donde la categoría de historicidad no está presente.
Y aquella teoría que concibe a la enfermedad como una estructura genéticamente determinada es el Psicoanálisis.
Y el tercer elemento es que esta conducta (1ro genéticamente determinnada, 2do que no es casual) posee un sentido que e l sujeto desconoce.
Si lo central era hasta ahora el síntoma, esto no es sino una manifestación de otra cosa que lo determina desde un más allá del sujeto que lo padece.
Los procesos que subyacen a la conciencia son determinantes en relación, a ésta que no es sino su producto.

El gran cambio que introduce el psicoanálisis es el pasaje a una psicopatología en donde el protagonista principal deja de ser el Yo para cederé el paso al deseo inconsciente que irrumpe a través del síntoma de los delirios, de las alucinaciones, de los olvidos, allí donde el lenguaje vacila, desfallece ante un goce que le está prohibido. (Aquí se inserta psicoanálisis y metapsicología)

                         

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